← El cumpleaños de Rafa Cartas a mamá → La estación abril 25, 2010 Sin opiniones Género : General Autor : tomas moreno El viejo caminaba, el paso tardo, la espalda encorvada; su mano, ayer tersa hoy arrugada, se cerraba sobre el puño del bastón. Hace frío piensa, aunque sol. Si, al sol se estará bien. Llega ya a su destino: la estación. Allí, sentados en los soleados bancos de piedra hay un grupo de ancianos. El viejo se sienta, todos se saludan y hablan de sus cosas. – Hace fresco ¡eh!, parece que el verano se retrasa. – Tengo dos nietecillos, un chico y una chica… – El Madrid campeón oye, lo que yo te diga. – Pero si está claro hombre, todos los gobiernos son iguales. ( Tren va ) – Venga ¿Echamos unas partidas? – Vamos a verlo ¿Tute, brisca? – Lo que queráis. Juegan. ¡Y como juegan! Chillan, discuten… como si les fuera la vida en la partida, golpean vehementes con el puño sobre el banco de piedra. – ¡Esa! – ¡Mato! – ¡Las cuarenta! – ¡Arrastro! ( Tren viene ) La estación, con su trajín, con su ir y venir de gente, forma un rudo contraste con los viejos. Allí sentados. Mundo aparte, oasis, isla donde se ha detenido el tiempo. – Me acuerdo yo en el año…. – ¡El Valencia entonces si que tenía equipo! ( Tren va ) Forman un grupo curioso y heterogéneo. Albañiles, antiguos labradores y peones, empleados jubilados. Unidos todos por su edad, y su soledad. Hay uno que fue artista… bueno, de los modestos claro. De esos que actuaban por los cafés. De esos que (eran otros tiempos) iban de pueblo en pueblo y montaban su teatrito y cantaban y actuaban, y organizaban una pequeña rifa. – ¡Veinte duros la tira! – ¡Venga, por veinte duros se llevan la botella de coñac, la muñeca y el champán! ( Tren viene ) De esos. Y él va, con su guitarra, con su verborrea de charlatán de feria, con su alegría, con sus recuerdos y su melancolía, y rasguea la guitarra. Y canta, con su voz rota, cascada, por mil batallas derrotadas. Los demás jalean. De vez en cuando animan, de vez en cuando alguno intenta recordar – ¡Ayyyyyy…..! ¡ Lere leeeeee! ( Tren va ) Pasa una muchacha, bella flor de juventud, alta y esbelta. Las prietas carnes ceñidas por el vaquero, limpia y deseable, orgullosa, dulce promesa de mujer. Los viejos miran, añoran, cuchichean, y surge el requiebro, el piropo que es lamento. – ¡Quien tuviera veinte años, morena! Y luego, por un instante, quedan silenciosos, pensando, recordando los años mozos, tan lejanos ¡ay! Tan lejanos. ( Tren viene ) Allí cerca, unos niños juegan. La pelota, azul, de goma, corre y corre y bota. Los niños gritan, la persiguen, ríen y discuten. Uno de los niños cae, llora. El viejo va y lo levanta, lo consuela. Luego, los dos, el viejo y el niño, se miran. El ayer y el mañana. ¿Qué piensan? El niño corre, alegre, como persiguiendo su meta; el viejo, cansado, se sienta. ( Tren va ) Los viejos hablan, de sus cosas de sus problemas. – El otro día, cuando fui a cobrar la pensión tuve que hacer cola más de dos horas. – Es que eso lo hacen muy mal ¡No hay derecho! – Y fíjate lo que dijo el otro día mi nuera…. – ¿Sabéis quien se ha muerto? – ¿Quién? – Pues el Manuel, aquel que vivía con su hija. – ¿Y de que se ha muerto? – Pues no se, ya estaba malo…creo que estuvo un mes en la fe. ( Tren viene ) El sol ya esta alto. El mediodía se acerca, poco a poco, como con pena, los viejos se van yendo. – Bueno, pues vamos a ver si nos dan de comer. – Si, habrá que ir pensando en eso. – Hasta luego. – Hasta luego. Nuestro viejo se levanta, se despide y se va. El paso tarda, la espalda encorvada; su mano, ayer firme hoy agotada, se cierra sobre el puño del bastón. ( Tren va ) Categoría: Cuentos, libros Tweet Acerca de Interplanetaria Más post de Interplanetaria »