Cuentos de la colina de Watership

En 1996, cuando estaban a punto de cumplirse los veinticinco años de la publicación de La colina de Watership, un clásico incuestionable de la narrativa moderna, su autor, Richard Adams (1920), se atrevió a retomar el universo que lo había encumbrado a lo más alto de la literatura anglosajona.

Técnicamente más correcta, estos cuentos intentan reavivar, no siempre con éxito, la pureza de la novela, la primera de un autor desconocido por aquel entonces, antes de que gara la medalla Carnegie y el premio literario que concede The Guardian.

La antología se estructura en tres partes claramente diferenciadas: los siete primeros (El sentido del olfato, La historia de las tres vacas, La historia del rey Piel de Rocío, El zorro en el agua, El agujero en el cielo, La historia del conejo fantasma y La historia de Verónica, un cuento sencillo, ejemplo del tiplo de relatos que les gustan a los conejos) recogen cuentos tradicionales sobre el héroe El-ahrairah (el príncipe de los mil enemigos), alguno de ello se menciona en la novela original, así, Pelucón escucha cómo Diente de León les explica a las hembras la historia de El zorro en el agua.

La segunda parte (La historia del campo cómico, La historia de la gran marisma, La historia de la terrible siega y El-ahrairah y el lendri) tiene más consistencia temática, ya que narra las aventuras de El-ahrairah y su fiel Rabscuttle durante el regreso tras su enfrentamiento con el Conejo Negro de Inlé.

La tercera parte (El río secreto, La nueva madriguera, Flyairth, La partida de Flyairth, Hyzenthlay en acción, Arenaria, Pampajarito y Campeón) narra algunas de las aventuras que vivieron Avellano y sus conejos a lo largo del invierno y la primavera que siguieron a la derrota del general Vulneraria. Es tal vez la parte más deseada por los incondicionales de un libro único.