← La flecha negra El Nilo Blanco → El último deseo del jíbaro y otras fantasmagorías diciembre 05, 2003 15 Opiniones Vicente Muñoz Puelles Género : Terror El último deseo del jíbaro y otras fantasmagorías cuenta muchas historias reales, vidas absurdas, increíbles o patéticas entre las que abundan las de populares monstruos de feria, freaks, del pasado reciente, historias que el autor ha transfigurado y hecho suyas, y que nos encandilan como lo que son: fragmentos de un artífice altamente imaginativo, que recupera la tradición de Marcel Schwob, Jorge Luis Borges, Álvaro Cunqueiro y Juan Perucho. Tweet Acerca de Interplanetaria Más post de Interplanetaria »
melmoth on 8 octubre, 2003 at 3:16 am Queridos amigos, os anuncio la aparición de un libro insólito en nuestro país… Se trata de: El último deseo del jíbaro y otras fantasmagorías, de Vicente Muñoz Puelles, Valdemar, col. Gran Diógenes nº 3, 12, 90 euros… Lo digo sinceramente, Vicente Muñoz Puelles es para mí uno de los mejores escritores que hay en España… Quienes hayáis leído algo de él, no necesitáis más información… Ha tocado con gran acierto muchos géneros. Os pego aquí la contracubierta del libro para que os hagáis una idea… Répondre
melmoth on 8 octubre, 2003 at 3:16 am ¡Pasen, señoras y señores, y admiren este espectáculo! El interminable esqueleto de OBrien, el gigante irlandés; las momias de Julia Pastrana, la mujer barbuda, y su hijo recién nacido; los lechos hundidos de los gigantes Annie Swan y el capitán Bates, reliquias de sus proezas amatorias; el príncipe Randian, habilidoso hombre oruga; las hermanas Hilton, saxofonistas unidas por las nalgas; Francesco Lentini, el hombre de las tres piernas… Pero entre estos relatos perdurables hay más, mucho más. Un padre que educa a su hijo bajo la advocación de la cabeza reducida de un jíbaro; un bibliotecario que alimenta a su gato con las cenizas de Dante; un rey persa que se esfuerza por escapar de un cuadro, antes de que lo atrapen sus enemigos; una sombra que mengua continuamente y otra que crece sin cesar; Mark Twain, que pretende escribir un artículo desde el más allá; un pigmeo de dientes de sierra que es exhibido en el zoo del Bronx; dos amantes unidos hasta la muerte por su afición a la basura; el fatal secreto de la invisibilidad. Se tiende a separar la ficción de la no ficción. En una apreciamos la originalidad y el poder de invención; de la otra esperamos la veracidad, el rigor objetivo. Estas limitaciones no se aplican a Vicente Muñoz Puelles, como tampoco se aplicaban a De Quincey. Los relatos englobados en El último deseo del jíbaro y otras fantasmagorías cuentan muchas historias reales, vidas absurdas, increíbles o patéticas entre las que abundan las de populares monstruos de feria, freaks, del pasaso reciente, historias que el autor ha transfigurado y hecho suyas, y que nos encandilan como lo que son: fragmentos de un artífice altamente imaginativo, que recupera la tradición de Marcel Schwob, Jorge Luis Borges, Álvaro Cunqueiro y Juan Perucho. Répondre
Casandra on 19 octubre, 2003 at 12:18 pm Por privilegios que no son del caso, yo ya he leido no sólo este libro de Vicente Muñoz Puelles sino todos los demás de su abundante producción, y puedo decir -como he oido decir en alguna ocasión a Melmolth- que si Vicente se llamara Edward S. White, pongamos por caso, las masas lo devorarían, los diarios nacionales le ofrecerían columnas de esas por las que los escritores se atacan a navaja, y las teles querrían sacerlo a opinar (esto último, más vale que tarde un tiempo). Muñoz Puelles es muy bueno. Hay que probarlo y conocer su calidad. Répondre
melmoth on 21 octubre, 2003 at 3:26 am La verdadera pena es que los libros de Vicente Muñoz Puelles son ahora mismo difíciles de encontrar. Ayer mismo estuve en Barcelona, recorriendo las mejores librerías y sólo encontré el que acaba de editar Valdemar, y el anterior de Planeta… Busco desesperadamente "Anacaona", el primer libro que leí de Vicente hace ya muchos años y no lo encuentro… (cometí el error de dejárselo a una amante), y me dicen que está descatalogado… ¡Yo flippo, de verdad! "Anacaona" fue premio "La sonrisa vertical" y la editorial Tusquets no lo tiene en catálogo… Encima, Vicente ha tenido la mala suerte de tener varias novelas editadas en Mario Muchnik, con lo cual, como Muchnik quebró, pues tampoco se encuentran… Esperemos que Valdemar, poco a poco, pueda remediar esta situación… Me pone de los nervios que las mediocridades y los que creen que escriben muy bien (Javier Marias, jua-jua, este se cree Shakespeare-jua-jua… Muñoz Molina, juassss- bueno, jaja, los símiles de Muñoz son ya de risa, jaja-qué ingenioso se cree este hombre-juasss) triunfen… Coñes, a ver si la gente empieza a saber leer, es decir, a enterarse de lo que le cuentan y cómo lo cuentan, y desenmascarar a estos falsarios de la lengua que lo primero que tendrían que hacer es saber narrar, que no por florituras y metáforas pretendidamente ingeniosas se es buen escritor… joder… ya me estoy enrollando… disculpad… Répondre
Casandra on 3 noviembre, 2003 at 8:37 pm Bueno, hay cosas que no se pueden cambiar en este mundo, y menos en los tiempos que corren. Dejemos que cada uno triunfe como pueda y apoyemos a los que nos gustan a nosotros. Por mi parte tengo claro que algunos de mis escritores preferidos no medraron en vida. Ya sé que no es un consuelo, pero… Venga, chicos, a leer a Vicente Muñoz Puelles, que es bueno de verdad, entretenido y no va de divo por el mundo. Répondre
Caesar on 3 noviembre, 2003 at 9:47 pm ¡Qué razón tienes! Es muy importante narrar de forma solvente pero todavía lo es más tener una historia jugosa que contar. Répondre
josemiguel on 3 noviembre, 2003 at 11:36 pm »Dejemos que cada uno triunfe como pueda y apoyemos a los que nos gustan a nosotros.» Gran frase 😉 Répondre
Casandra on 4 noviembre, 2003 at 1:16 pm Mark Twain decía: "Contad vuestras historias y dejáos del bello estilo". Esto es verdad si lo dice Mark Twain, pero puede ser nefasto para la literatura. Sólo si se cuentan bien son buenas las historias. No conozco buenas historias mal contadas, del mismo modo que no concibo que pueda gustarme el vacío envuelto en hermosas metáforas. A Vicente nadie podrá achacarle esto. Tiene buenas historias entre manos y las cuenta de un modo transparente, visual y sencillo que da gusto. Coño, parezco su jefa de prensa. Répondre
Marcos on 4 noviembre, 2003 at 8:38 pm Hombre, yo he leído el libro que ha publicado Valdemar y nada más, pero en ese librome da la sensación de que gran parte del mérito es menos del escritor que del tema que ha elegido. Es verdad que elegir el tema es parte del escribir un libro, pero me da la sensación de que este libro poco más avanza más allá de la fascinación que provoca lo friqui. Quiero decir que quizás el autor se "ha aprovechado" del tema, ¿no?. No sé. A mí no me ha acabado de convencer. Me ha parecido menos un libro de literatura que un catálogo más o menos bien compuesto. Pero está bien que se escriban libros sobre el tema porque eso crea un caldo de cultivo del que quizás España carece. Répondre
Marcos on 5 noviembre, 2003 at 10:35 pm Por cierto. He mirado más de cincuenta ejemplares de este libro en librerías de Barcelona y en todos los ejemplares falta la página doscientos quince. ¿Es un error mío o es de verdad que hay ejemplares defectuosos? Lo digo porque son muchos y es una pena. Répondre
melmoth on 11 noviembre, 2003 at 6:50 pm Ejem… faltan tres líneas… Se le debió de caer al montador en la imprenta y nosotros… al ver los ferros… no nos dimos cuenta… Humildemente os pido perdon… em fin… Répondre
Marcos on 11 noviembre, 2003 at 8:59 pm Vaya. Ya me imagino la gracia que os habrá hecho. Pero no pasa nada, hombre. Répondre
melmoth on 13 noviembre, 2003 at 7:48 pm Lo peor es que fue el propio Vicente Muñoz Puelles el que se dio cuenta… Afortunadamente es un tipo comprensivo y amable… Maldita sea! El primer libro que editamos de él… y sucede esta desgracia… Répondre
Marcos on 14 noviembre, 2003 at 12:00 am Bueno, para consolaros un poquito os puedo recordar que hay un ensayo de Borges sobre Dante que se sigue reeditando sin ponerle la línea final que falta que, además, es decisiva para entender el ensayo. La primera vez dejaron la línea fuera por error. Pero las siguientes veces no sé por qué. Será la superstición que rodea a Borges, que les impide corregir hasta los errores, no sea que el Maestro… Répondre