Hexwood

Algo extraño ocurre en la vieja granja Hexwood. Desde su venta, Anne observa como desaparecen persona tras persona por las puertas de la granja, personas que nunca regresan. Mas tarde, en el bosque cercano a la granja, Anne encuentra a un brujo que parece haber despertado de un sueño milenario, pero al que Anne está segura de haber visto entrar en la granja esa misma mañana.

Mientras tanto, el fluir del tiempo parece haberse alterado en el bosque cercano, dónde un niño encuentra a un robot y un dragón.

Y una antigua máquina, oculta en la granja, despierta de su sueño milenario y lanza un mensaje al centro de la Galaxia.

Diana Wynne Jones Lleva más de veinticinco años escribiendo novelas de fantasía excepcionales, y es una de las autoras más destacables de dicho género. Con una imaginación sin límites, combina tramas deslumbrantes, un sentido del humor efervescente y unas verdades emocionantes en relatos que deleitan a lectores de todas las edades. Sus libros, entre los que se cuentan Los mundos de Chrestomanci, La conspiración de Merlín o El castillo viajero, recientemente adaptada al cine, han sido publicados con gran éxito internacional, han obtenido gran número de premios, entre ellos dos Premios Boston Globe-Horn Book y el Premio Karl Edward Wagner de la Sociedad Británica de Fantasía por su notable impacto en el género. Hexwood es considerada por la crítica como una de sus mejores novelas.

ANTICIPO:
La carta estaba escrita en alfabeto terrestre, con desmañados trazos de bolígrafo de tinta azul emborronada, y decía:

Granja Hexwood

Martes 4 de marzo de 1992

Estimado Controlador de Sezctor:

Hemos pensado que sería mejor enviar la carta directamente en Regional. Tenemos un problema de los buenos. Un empleado atolondrado, que se hase llamar Harrison Scudamore, va y pone en marcha una de las máquinas viejas, la que tiene todos esos sellos de los Líderes, y dice que lo ha hecho anulando la seguridad de los ordenadores. Le decimos un par de cosas sobre eso, pasa y dice que estaba aburrido, que sólo quería hacer el mejor equipo de fútbol de todos los tiempos, con el Rey Arturo de portero, Julio César de delantero, Napoleón de centrocampista… El caso es que el equipo es real, ha descubierto que la máquina puede crearlo, y lo ha creado. El problema es que no tenemos las herramientas ni la formación para apagar la cosa esta, ni tampoco sabemos de dónde saca la energía, tiene un campo increíble y no nos deja salir de él. Le agradeceríamos mucho que nos enviase un operativo cualificado a la mayor brevedad.

Atentamente,

W. Madden

Capataz de Leader Hexwood Mantenimiento (División europea)

P.D.: Dice que lleva funcionando más de un mes.

El Controlador de Sector Borasus miró detenidamente la carta, preguntándose si se trataría de una broma. W. Madden no sabía lo suficiente sobre la Organización de los Líderes como para enviar esa carta a través de los canales adecuados. Sólo el hecho de haber escrito la palabra «¡¡¡URGENTE!!!» en el pequeño sobre marrón pudo haber sido la causa de que llegase hasta la oficina principal del Sector de Albión. Tenía sellos de las sucursales intermedias por todas partes, y debía llevar circulando al menos dos semanas.

El Controlador Borasus se estremeció. «¡Una máquina con sellos de los Líderes!». Si no era una broma, probablemente se tratase de muy malas noticias.

—Seguro que alguien cree que esto es gracioso —le dijo a su secretario—. ¿No tienen en la Tierra algo llamado Día de los Inocentes?

—Diciembre fue hace ya tiempo —señaló el secretario con recelo—. Recuerde, señor, que mañana es veinte de marzo y está citado para asistir a la conferencia americana.

—Puede que el bromista la enviase con retraso —dijo el Controlador Borasus con esperanza. Siendo como era un creyente devoto del Divino Equilibrio, mantenido a perpetuidad por los Líderes, y siendo además el mismísimo vicario de los Líderes en Albión, albergaba la profunda convicción de que nada podía ir verdaderamente mal.

—¿Qué es esa Granja Hexwood que dice aquí?

Como siempre, su secretario tenía todos los datos:

—Un complejo bibliotecario y de referencia —respondió— oculto en una urbanización residencial no muy lejos de Londres. En mi pantalla aparece como una de nuestras instalaciones más antiguas. Lleva allí sus buenos doce siglos, y nunca antes habían surgido problemas allí, señor.

El Controlador Borasus suspiró aliviado. Las bibliotecas no eran lugares peligrosos, tenía que ser una broma.

—Póngame con ellos de inmediato.

El secretario consultó los códigos y tecleó los símbolos adecuados. La pantalla del Controlador se iluminó y quedó salpicada por infinidad de luces que se expandían, de forma similar a lo que se ve al apretar los ojos con los dedos.

—¿Qué es eso? —preguntó el Controlador.

—No lo sé, señor, volveré a intentarlo—. El secretario canceló la llamada y tecleó el código de nuevo, pero sólo logró que por la pantalla se discurriese un nuevo flujo de luces en expansión. Volvió a intentarlo por tercera vez, y en esa ocasión unos anillos de colores comenzaron a extenderse fuera de la pantalla y a ondular pausadamente hacia el exterior atravesando los paneles de las paredes de la oficina.

El Controlador Borasus se inclinó hacia adelante y cortó la conexión con rapidez. Las ondas se extendieron un poco más, para a continuación ir apagándose. Al Controlador no le gustaba nada cómo pintaba todo aquello. Con la creciente y fría certeza de que en realidad no todo estaba bien, aguardó a que la pantalla y la pared volviesen a la normalidad y ordenó:

—Póngame con la Oficina Principal de la Tierra—. Notó que su voz sonaba una octava más alta de lo normal, así que carraspeó y añadió—: Con Runcorn, o como quiera que se llame ese sitio. Dígales que quiero una explicación de inmediato.

Quedó muy aliviado al comprobar que todo parecía bastante normal esa vez. La imagen de Runcorn que apareció en pantalla era exactamente tal y como debía ser: un ejecutivo júnior con el pelo muy bien arreglado y un traje elegante, y que parecía muy sorprendido de ver el rostro estrecho y augusto del Controlador de Sector mirándole fijamente desde la pantalla Quedó aún mucho más sorprendido cuando el Controlador pidió hablar con el Director de Área al momento.

—Por supuesto, Controlador. Creo que Sir John acaba de llegar. Le paso con…

—Antes de eso —le interrumpió el Controlador Borasus— dígame qué sabe de Granja Hexwood.

—¡Granja Hexwood! —el ejecutivo júnior estaba perplejo—. Esto… ¿se refiere a uno de nuestros centros de recuperación de información, Controlador? Creo que uno de ellos se llama así, o algo parecido.

—¿Conoce a un capataz de Mantenimiento llamado W. Madden?— preguntó el Controlador.

—Personalmente no, Controlador —dijo el ejecutivo júnior. Estaba claro que si cualquiera otro le hubiese formulado esa pregunta, el ejecutivo se habría mostrado desdeñoso con toda seguridad, pero en ese caso dijo con cautela—: Mantenimiento, un espléndido cuerpo. Hacen un trabajo excelente, se ocupan de toda la maquinaria y de los suministros en otros mundos, pero tenga en cuenta, señor Controlador, que entro al trabajo varias horas después de que…

—Póngame con Sir John —suspiró el Controlador.

Sir John Bedford estaba tan sorprendido como su subalterno. Y en cuanto el Controlador Borasus le formuló unas pocas preguntas, el terror comenzó a aparecer lentamente en el saludable rostro de empresario de Sir John.

—No se considera que Granja Hexwood sea muy importante —dijo con inquietud— allí sólo hay archivos y registros históricos. Bien es cierto que ello implica que allí se custodie un número de documentos clasificados, entre ellos los primeros informes sobre los motivos para mantener la Organización de los Líderes en secreto aquí en la Tierra, los datos sobre la llegada de la población terráquea hasta aquí en calidad de presos deportados y rebeldes exiliados, y cosas así. Creo que también hay una cierta cantidad de máquinas obsoletas allí almacenadas, pero no me imagino cómo un empleado puede haber podido manejar una. Hemos investigado a ese empleado concreto y no es gran cosa, sólo se le ha proporcionado una información de Nivel K…

—¿Y qué quiere decir Nivel K? —preguntó el Controlador Borasus.

—Significa que se le ha dicho que Leader Hexwood International es una compañía intergaláctica —explicó Sir John— pero eso debería ser todo. Probablemente sepa menos que los de Mantenimiento, que también tienen Nivel K. En Mantenimiento van enterándose de alguna que otra cosilla en el transcurso de sus tareas, es algo inevitable, ya que visitan todas las instalaciones secretas una vez al mes para verificar que todo está en funcionamiento y para aprovisionar de alimentos las cámaras estat. Sospecho que algunos de ellos saben bastante más de lo que se les ha contado, pero se ha verificado cuidadosamente su lealtad. Ninguno de ellos gastaría una broma como esa.

El Controlador Borasus estimó que Sir John estaba intentando echar balones fuera… justo lo que se podía esperar de la gente de un rincón tan atrasado como la Tierra.

—¿Entonces cuál cree que es la explicación?

—Ojalá lo supiera —dijo el Director de la Tierra—. Es curioso, tengo dos quejas de esta mañana sobre mi mesa. Una es de un ejecutivo de Leader Hexwood Japón, que dice que Granja Hexwood no responde a sus repetidas solicitudes de datos. La otra es de nuestra sucursal en Bruselas, que espera saber por qué Mantenimiento aún no ha pasado a revisar su central energética—. Miró fijamente al Controlador, quien le devolvió la mirada. Ambos parecían estar esperando a que el otro se explicase—. Ese capataz debería haberme informado— dijo por fin Sir John, con un tono ciertamente acusador.

En Controlador Borasus suspiró:

—¿Pero qué es esta máquina sellada que al parecer estaba guardada en su centro de recuperación de datos?

A Sir John le llevó cinco minutos descubrirlo. «¡Menudo mundo de vagos!», pensó el Controlador, que mientras esperaba tamborileaba con los dedos sobre el borde de la consola. Su secretario se quedó sentado, sin atreverse a ponerse con ningún otro asunto. Finalmente, Sir John volvió a aparecer en pantalla:

—Siento mucho haber tardado tanto, todo lo que tiene sellos de los Líderes está protegido bajo un código de alta seguridad. Resulta que hay cuarenta máquinas antiguas almacenadas en esa biblioteca, y esta en concreto figura en la lista simplemente como «Un Bannus», Controlador. Eso es todo lo que dice, pero tiene que ser esa, el resto de las máquinas con sellos de los Líderes son tumbas estat. Supongo que tendrán más datos sobre ese Bannus en los archivos de Albión, Controlador, y usted dispone de un código de seguridad mayor que…

—Muchas gracias —dijo el Controlador Borasus con brusquedad. Cortó la conexión y se dirigió a su secretario—. Descúbralo, Giraldus.

El secretario ya estaba en ello. Sus dedos volaban, y subvocalizaba códigos y directivas en un flujo continuo. Los símbolos se sucedían, desaparecían, parpadeaban, saltaban de una pantalla a otra donde se fundían con otros símbolos y saltaban de vuelta para acceder a la pantalla principal desde cuatro direcciones a la vez. Tras sólo un minuto, Giraldus dijo:

—Aquí también está clasificado como de máxima seguridad, señor. El código de su Llave aparecerá en su pantalla… ahora.

«Gracias al Equilibrio, un poco de eficiencia», musitó el Controlador. Tomó la Llave que llevaba al cuello, colgada de la cadena oficial de Controlador, y la insertó en una ranura poco usada que había en un lateral de su consola. La señal del código desapareció de la pantalla para ser reemplazada por palabras. El secretario no las miró, por supuesto, pero pudo ver que en la pantalla sólo habían aparecido un par de líneas, y que el Controlador reaccionó con bastante consternación.

—No es que sea de mucha ayuda —murmuró Borasus, acercándose a la pantalla y contrastando la línea de símbolos que aparecía tras las palabras con el manual que tenía en una pantalla más pequeña—. Hmmm. Giraldus —le dijo a su secretario.

—¿Sí, señor?

—Esto es algo imprescindible de saber, y ya que mañana voy a estar ausente va a ser mejor que se lo explique. Ese tal W. Madden parece saber de qué está hablando. Un Bannus es alguna clase de sistema de toma de decisiones arcaico que utiliza un campo thetaespacial para proporcionar escenarios de acción real sobre cualquier conjunto de hechos y personas que se le introduzcan en memoria. Representa pequeñas obras teatrales hasta que el usuario encuentra la adecuada y le ordena que pare.

Giraldus rió:

—¿Quiere decir que ese empleado y el equipo de Mantenimiento llevan todo un mes jugando al fútbol?

—No es cosa de risa —el controlador Borasus sacó nerviosamente la Llave de la ranura—. El segundo símbolo del código es el de extremo peligro.

—Oh —Giraldus dejó de reír—. Pero señor, creía que el thetaespacio…

—…¿Era tan sólo uno de los nuevos juguetitos de los mundos centrales?—. El Controlador terminó la frase por él—. Yo pensaba lo mismo, pero parece que alguien ya lo conocía hace tiempo—. Sintió un leve estremecimiento—. Si no recuerdo mal, el peligro del thetaespacio es que puede expandirse de forma indefinida si no se controla. Y yo soy el Controlador— añadió con una risa nerviosa—. Y tengo la Llave—. Bajó la vista hacia la Llave que llevaba colgada la cadena—. Es posible que la Llave sirva para esto—. Recobró la compostura y se puso en pie—. Está claro que no tiene sentido confiar en el idiota de Bedford. Va a ser algo extremadamente inconveniente, pero será mejor que me acerque a la Tierra ahora mismo y apague esa maldita máquina. Haga el favor de notificárselo a América, dígales que cogeré el avión en Londres al volver de Hexwood.

—Sí, señor —Giraldus tomó notas mientras murmuraba—: Atuendo oficial, billetes de avión, pasaporte, documentación terrestre estándar… ¿Por qué me lo ha contado, señor?— preguntó mientras se daba la vuelta para conmutar unos interruptores—. ¿Para que les diga que ha ido a ocuparse de una máquina clasificada y que puede llegar al congreso con algo de retraso?

—¡No, en absoluto! —dijo Borasus—. No se lo diga a nadie, invéntese cualquier otra excusa. Necesita saberlo por si Mundonatal se pusiese en contacto con usted durante mi ausencia. El primer símbolo significa que tengo que enviar un informe de máxima prioridad a la Casa del Equilibrio.

Giraldus era un hombre pálido y narigudo, pero esta revelación le hizo adquirir un curioso tono amarillento.

—¿A los Líderes? —susurró con aspecto buitre alarmado.

El Controlador Borasus se percató de que se estaba aferrando a la Llave como si fuera su tabla de salvación:

—Sí —dijo intentando transmitir firmeza y confianza en sí mismo— cualquier cosa que tenga ver con esta máquina tiene que llegar directamente hasta los mismísimos Líderes. No se preocupe, es imposible que nadie le culpe de nada.

«Pero sí que pueden culparme a mí», pensó Borasus mientras utilizaba la Llave para activar el enlace privado de emergencia con Mundonatal, un enlace que ningún Controlador de Sector utilizaba si podía evitarlo. «Sea lo que sea, ha ocurrido en mi Sector». La pantalla de emergencia parpadeó y se iluminó con el símbolo del Equilibrio, lo que indicaba que el informe ya estaba en camino hacia el corazón de la galaxia, hacia ese mundo casi legendario que se suponía era el mundo natal de la raza humana, un mundo del que se decía que hasta sus habitantes más corrientes gozaban de dones que los habitantes de los mundos coloniales apenas podían imaginar. Ya no estaba en sus manos.

Se apartó de la consola tragando saliva. Se suponía que había cinco Líderes, y Borasus albergaba unos pensamientos preocupantes y contradictorios sobre ellos. Por una parte, creía de un modo rayano en el misticismo en estos cinco seres distantes que controlaban el Equilibrio e infundían orden en la Organización. Pero por otra parte, como solía decir con sequedad a los miembros de la Organización que dudaban de la existencia de los Líderes, tenía que haber alguien a los mandos de un conglomerado tan vasto, y tanto si eran cinco como si eran más o menos, a estos Altos Controladores no les gustaban las pifias, y deseaba con toda su alma que este asunto del Bannus no les pareciese una pifia. Eso sí, en lo que no creía categóricamente -o eso se decía a sí mismo- era en todas esas historias sobre el Siervo de los Líderes.

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