John de Villalonga

Esta pregunta me la han planteado mil y una veces desde que me decidí a escribirlo. La respuesta es que desde hace treinta años mi padre, José Luis de Vilallonga, se aprovecha de mi silencio y de su talento para contar todo, sobre todo lo peor, acerca de mi madre y de los suyos, de mi hermana y de mí y, por lo que parece, también de mi hija.

No me detengo en las enormes libertades que se toma con la realidad, sino que simplemente cuento la verdad: mi madre, heroína de la guerra de España; su familia, cultos mecenas, excéntricos y riquísimos; los Orleans-Borbón; el seductor de archiduquesas; los desayunos de mi tío con la Reina de Inglaterra y tantas otras cosas de Argentina a la Costa Azul, pasando por Londres, París y Roma.

También escribo sobre el padre cariñoso, a veces extravagante y siempre fascinante, que adoré de niño. En estas páginas recuerdo la despreocupación de nuestros años parisinos, nuestras travesuras felices: lo que yo tomaba entonces por amor paternal, poco a poco se mutó en celos mórbidos, en odio tenaz…