← Afganistán también existe Con la venia y sin ella → La boca del Nilo octubre 18, 2005 42 Opiniones León Arsenal Género : Histórica En el año 60 o 61 d.C., el emperador Nerón envió una expedición al corazón de África con una misión doble: informar sobre el reino nubio de Meroe y alcanzar las míticas fuentes del Nilo. Tanto Séneca como Plinio el Viejo dan cuenta de esta expedición que, por los pocos datos que nos han llegado, debió llegar muy al sur, a pesar de lo cual apenas tuvo repercusión. A partir de todo eso, nace La boca del Nilo. El tribuno Claudio Emiliano llega a Egipto con la misión de llevar a cabo el encargo de Nerón, algo que, como descubrirá enseguida, es cualquier cosa menos fácil. Desde las dificultades para conseguir dinero y soldados, hasta la oposición o incluso enemistad de los poderes romanos en Egipto, todo parece augurar dificultades. A lo largo de las páginas de la novela, viajaremos por un territorio tan exótico como temible, siguiendo siempre hacia el sur el trazado del Nilo. La expedición se enfrentará al ataque de los nómadas, a enemigos infiltrados en la caravana e incluso a disensiones internas, fruto de la rivalidad entre los dos jefes de la misma, el tribuno Emiliano y el prefecto Tito; rivalidad en la que no será ajena la embajadora de los reyes de Meroe, la sacerdotisa Senseneb. Todos en la expedición tienen un motivo bien distinto, desde el geógrafo Basílides a Agrícola, mercader a sueldo de las casas comerciales alejandrinas, pasando por Demetrio el mercenario, Paulo, un esbirro de Nerón o el rico Valerio, empeñado en convertirse en el cronista de esa expedición. Pero todos comparten algo en común: la necesidad de llegar, cada cual por un motivo distinto, a las fuentes del Nilo. ANTICIPO: Los romanos, desplegados en aquel llano, podían ya ver una enorme polvareda que se acercaba, como una nube de tormenta, y delante de aquel hervor las figuras diminutas de los libios correteaban de un lado a otro, agitando lanzas y haciendo voltear sus hondas. Se escuchaba un fragor sordo, como el de un terremoto o la marejada del océano, que los veteranos sabían que era causado por los gritos, el entrechocar de armas y los pies de una masa humana en movimiento. Algo más de ángulo tenían los hombres en lo alto de los cerros, que llegaban a entrever a esa multitud que avanzaba sin orden ni concierto, entre el polvo. Los libios les hostigaban, amagando cargas para enfurecerles, pero sin ponerse nunca a su alcance. Volaban algunas flechas, pero eran pocas porque las disparaban desde las primeras filas, desde muy lejos y sin tomar puntería, porque los arqueros disparaban sobre la marcha, empujados por los que venían detrás, y no consiguieron herir a nadie. Cuando alguna llegaba, ya con muy poca fuerza, a algún libio, éste la desviaba sin mayor problema con su escudo de pieles. Casio, que montaba un caballo bayo y fogoso que no dejaba de caracolear, se llevó el cuerno a los labios, para arrancarle un toque largo. Los libios dejaron de hostigar a la vanguardia enemiga y echaron a correr, buscando refugio en la línea romana. Se desató un clamor tremendo entre los bárbaros, cuando vieron cómo sus enemigos les volvían la espalda y el griterío subió aún más de tono cuando avistaron a sus enemigos desplegados en el llano. Eran una muchedumbre desorganizada, tal y como habían previsto los jefes romanos. Había allí nómadas nubios, trogloditas, grupos de libios e incluso bandas de esos pueblos errantes y misteriosos de ojos azules y pelo rojo que vagan por los desiertos líbicos; lo que parecía reforzar la idea de Tito de que esa coalición se había gestado con tiempo por delante. Fuera como fuese, no se detuvieron para reorganizarse, ni hubo consulta alguna entre sus jefes. Los que iban delante se lanzaron a la carrera, aullando y blandiendo sus armas, y arrastraron con su ímpetu a los que venían detrás. Valerio Félix, que se había apostado en el cerro de los arqueros, en compañía de su guardaespaldas, fue testigo de cómo aquel océano de guerreros cubiertos de pieles se lanzaba en masa a la batalla. Fue como ver un torrente humano que se precipitase incontenible por una riera la formada por entre los altos-, decidido a barrer de un empujón a la línea de romanos, que les aguardaban inmóviles. El estruendo de la muchedumbre a la carga era aterrador. Entre el polvo, se atisbaban destellos y agitar de mazas, hachas, lanzas y espadas. Los sirios habían montado sus arcos y observaban como halcones el avance. Sobre el otro cerro, se veía a los hispanos con sus capas blancas ribeteadas de rojo ondeando en la brisa ardiente, asomados al borde y con jabalinas en las manos. En el llano, centuriones y optios iban arriba y abajo, gritando para mantener firme la línea y, en el flanco izquierdo, los libios habían comenzado a cantar y bailar. Cuando los bárbaros se hallaban a unos doscientos pasos, los tubicem romanos hicieron sonar sus largas trompetas rectas y las tropas, en toda la longitud de la línea de batalla, empuñaron los escudos. A ojos de Valerio Félix, que estaba mirando en ángulo y desde lo alto, fue como si hubiera aparecido de repente un muro colorido en el llano. Una muralla de escudos que comenzaba con los rectangulares pretorianos, de alas y rayos dorados sobre fondo escarlata, y acababa en los oblongos, de fondo verde y laureles dorados, de los auxiliares, y los paveses de pieles libios. Otro tanto debieron sentir los bárba-ros que iban en la vanguardia, ya que su avance pareció titubear al verse de repente ante esa pared. Pero ya sonaban de nuevo las trompetas de metal, con toques que arrancaron ecos entre los cerros, reverberando largo rato en esa atmósfera enrarecida por el calor. Los romanos se pusieron en marcha con un entrecho-car de cuero y metal, al encuentro del frente enemigo, que seguía ahora su avance a trompicones, empujado por la muchedumbre que se agolpaba detrás. A unos sesenta pasos sonaron de nuevo las trompetas y los romanos lanzaron en andanada los pila ligeros y, al cabo de un instante, los pesados. Fue como ver dos olas de proyectiles que surgían de la larga línea para caer como un chaparrón sobre el frente nubio. La vanguardia bárbara pareció frenar en seco ante el impacto de cientos de proyectiles, y se hundió luego en el caos. Los guerreros daban traspiés, empujados por la presión de los de atrás, y muchos cayeron al tropezar con los caídos. Y mientras los nubios se arremo-linaban entre el polvo, gritándose, las trompas tocaban ya de nuevo y los ro-manos echaban mano a las espadas para entrar al cuerpo a cuerpo. Jamás en su vida Valerio Félix había oído, ni oiría nunca después, un sonido tan aterrador como el que se escuchó en aquel llano, mientras aún retumbaba el toque de las trompetas. Fue un ruido que pareció estremecer cielo y tierra, un resonar largo, como el de una avalancha de rocas, producido por cientos de escudos que entrechocaban sus bordes mientras los legionarios cerraban filas para cargar. En unos instantes, los manípulos romanos chocaron a la carrera contra la horda de enemigos. Los nubios, todavía desconcertados por la lluvia de pila, se encontraron frente a un muro infranqueable de escudos, detrás del cual los romanos les acuchillaban con sus gladios. En poco tiempo la batalla se convirtió en carnicería; los guerreros del desierto, atrapados entre esa pared de es-cudos y la presión de los que venían detrás, se veían aplastados, de forma que casi no podían moverse ni blandir las armas, y morían como ganado en masa. El tribuno estaba a retaguardia, a caballo y en compañía de los oficiales superiores, entre los que se incluía el prefecto, y aún detrás estaba el imago, con la centuria de reserva de los pretorianos. Ese día, más de uno echó de menos la falta de artillería; ya que, pese a las peticiones de Tito Fabio, la vexilación no contaba ni con una balista, en parte por lo remisos que se habían mostrado los praefecti legionis a desprenderse de una sola pieza, en parte por-que tanto las autoridades de Egipto como Claudio Emiliano opinaron en su momento que las máquinas de guerra sobraban en una misión de paz. Tito alzó la mano y el vexilifer, cubierto con una piel de leopardo, hizo ondear la enseña del destacamento, mientras volvían a tocar las trompetas. Arqueros y jinetes comenzaron a descargar proyectiles arrojadizos sobre la horda que se agolpaba a sus pies, contenidos como por la línea de combate romana. Los sirios ocupaban el otero que protegía el flanco izquierdo, formado por los libios, que eran las tropas más débiles en un combate así, debido a su armamento más ligero y menor disciplina. Pero las flechas se encargaron de compensar cualquier desventaja. Los arqueros disparaban al unísono sus arcos de doble curvatura, y Valerio calculó que sobre aquellos bárbaros debieron de caer más de dos mil flechas, en tanto que los hispanos del cerro de la dere-cha pudieron llegar a arrojar un millar largo de jabalinas. Los bárbaros sufrían indefensos la lluvia de proyectiles, el griterío era atroz y había muchos cadáveres traspasados a los que la aglomeración humana mantenía en pie. La batalla se había decidido ya al primer choque y todo lo que sucedió después no fue otra cosa que una matanza. Los guerreros situa-dos en primera fila estaban tan apretados que no podían casi ni moverse, y los romanos les acuchillaban tirando puntazos por entre y por encima de los es-cudos. Jamás Valerio Félix, hasta aquel día, pudo llegar a pensar que tantos hombres pudieran morir en tan corto espacio de tiempo. Muertos y moribundos se amontonaban sobre la arena enrojecida, y las caligas de los romanos pisoteaban los cuerpos al avanzar. Los gritos de miedo, de rabia y de dolor lo llenaban todo, y muchos bárbaros murieron aplastados o asfixiados al quedar atrapados entre los que trataban de huir de los hierros romanos y los que, desde la retaguardia, empujaban hacia delante como toros. Tweet Acerca de Interplanetaria Más post de Interplanetaria »
G on 19 octubre, 2005 at 1:59 pm Finalmente ya se puso a la venta en librerías La Boca del Nilo. Deliciosa novela de Arsenal y, en mi opinión, su novela más ambiciosa hasta el momento. Recrea un hecho histórico no muy conocido y que no ha suscitado la atención que merece entre historiadores y narradores: la expedición que patrocinó Nerón en busca de las Fuentes del Nilo. A su conocida maestría para relatar aventuras, y la expedición a las Fuentes del Nilo no es si no una extraordinaria aventura, se une, en esta ocasión el profundo conocimiento que Arsenal tiene de la Roma Antigua. Amoríos, batallas, intrigas, como solo Arsenal sabe narrar, unida a una sólida y documentada descripción de lo que era el despliegue de las Legiones Romanas en campaña, hacen de esta novela un libro de imprescindible lectura para los amantes Roma. Un libro, que una vez empezado, es imposible dejar. Répondre
D on 19 octubre, 2005 at 8:46 pm Lo compré ayer (¡ay, qué caros son todos los libros!) y ya estoy leyéndolo. Lo que más me gusta del libro (por ahora) es que no me suena a libro de Historia, con mayúsculas, sesudo, si no a historia, a algo casi real. Répondre
Melenas on 24 octubre, 2005 at 12:57 pm Se lo recomiendo a todos. Si te gustó "Máscaras de matar", éste es de obligada lectura. Répondre
Seabaste on 1 noviembre, 2005 at 9:39 am Más que Máscaras de matar, veo esta novela como la evolución literaria lógica de las anteriores históricas. Esta novela es más compleja y más redonda, sin desmerecer las anteriores históricas. Aprovechando que el escritor es uno de los directores de esta página, ¿no podríamos saber de qué va la próxima? Répondre
Bal on 12 noviembre, 2005 at 10:20 pm No está en el corte ingles? Fui a buscarla y no la encontré, y me sorprende en un lanzamiento tan reciente de edhasa Répondre
Le on 15 noviembre, 2005 at 10:08 am Os respondo a dos a la vez. La próxima novela es un thriller histórico, y puede que no tarde mucho en aparecer. En cuanto a lo que comentas del Corte Inglés se debe a que la primera tirada hay ido bien, así que es de esperar que la segunda edición esté ya distribuyéndose esta semana y llegue a los puntos de venta desabastecidos. Un abrazo y gracias por vuestro interés. Répondre
oscar on 23 noviembre, 2005 at 12:21 pm El próximo martes 29 de noviembre en Madrid, León Arsenal (ganador del Premio Minotauro 2004 con Máscaras de matar) presentará su novela histórica de aventuras La boca del Nilo, inspirada en la expedición romana que Nerón envió a África en busca de las míticas fuentes del Nilo. La novela, que acaba de salir a la venta en librerías, está teniendo un éxito fulminante: la primera edición se ha agotado en menos de 15 días y ya está en marcha la segunda. Además, en la Feria del Libro de Frankfurt, unas veinte editoriales extranjeras mostraron interés en traducir La boca del Nilo. La presentación en librería será el martes 29 a las 19.30h en la Casa del Libro (Gran Vía, 29. Madrid). Intervendrán, además del autor, el poeta y profesor de Investigación del CSIC Luis Alberto de Cuenca y el editor y director general de Edhasa, Daniel Fernández. Répondre
I on 26 noviembre, 2005 at 1:20 am En Zaragoza ya se han visto ejemplares de la segunda edición. ¡Enhorabuena y que haya más! Répondre
Pluto on 7 diciembre, 2005 at 12:10 pm Felicidades a Leon por La Boca del Nilo. Creo que se está haciendo un escritor más grande con cada nueva obra. A Máscaras de matar se le podían poner peros, pero a esta nueva novela no le encuentro ninguno ni afilando los cuchillos. Me gusta en especial la caracterización de los personajes: duros, fuertes, algo oscuros, pero muy humanos. Y esos diálogos arsenalianos… Los estás viviendo cuando los lees. En el género histórico uno se encuentra a menudo perosnajes solemnes, pomposos e idealizados, o todo lo contrario, la intrahistoria a través de las menudencias cortesanas, los amoríos de los reyes, las vivencias de las costureras de las reinas y menudencias así. Pero arsenal revivifica el género. Novela con mayúsculas. Felicidades. Répondre
Boor on 13 diciembre, 2005 at 3:59 pm La categoría de "histórica" se la da la ambientación de la obra, no la trama o los hechos que suceden en ella. Répondre
Hur on 14 diciembre, 2005 at 3:08 pm Esta novela recrea muy bien un hecho acreditado históricamente, pero lo que nos llega del pasado siempre es fragmentario. La habilidad de un novelista (al menos en este género) es aplicar la imaginación para recrear los hechos y rellenar los huecos con coherencia, sin que "cante" nada. A veces, no hay nada que rellenar, claro, por la abundancia de datos, pero no sé hasta qué punto venden las historias contadas mil veces. En todo caso, en Cuatro están emitiendo "Roma", y también me ha gustado por mucho que el tema de Pompeyo y César me lo sepa. Répondre
dolmen on 16 diciembre, 2005 at 6:34 pm Novela entretenida, tampoco me entusiasmó, sin duda mucho mejor que sus anteriores novelas de "Las lanzas rotas" y "En las fronteras de Tartessos". Se agradece sin embargo el "inédito" escenario histórico. Répondre
Lobo on 16 diciembre, 2005 at 7:59 pm No entiendo tu última frase, dolmen, ni tampoco el entrecomillado en torno a "inédito". Répondre
panionion on 22 diciembre, 2005 at 6:46 pm creo que se refiere a un escenario o suceso histórico que ningún escritor nos había antes acercado al mismo, y eso la verdad es que se agradece. Répondre
iuraia on 24 enero, 2006 at 2:56 pm Acabo de terminarla… Me parece una autentica maravilla. No me extraña que ya vaya por la tercera edición. Felicidades León. Esperaré con ganas la siguiente. Répondre
Magister on 24 enero, 2006 at 7:23 pm Sin revelar nada, para no hacer spoiler, la pregunta al acabar el libro es obligada. ¿Habrá segunda parte? Répondre
D on 24 enero, 2006 at 8:00 pm Es un libro amenísimo (leo para divertirme) y bien escrito. Enhorabuena. Répondre
Alberto on 25 enero, 2006 at 1:14 pm Por lo que el autor ha comentado alguna vez, no le gusta continuar sus novelas. Así que dificilmente habrá continuación de esta. Répondre
Leon on 1 febrero, 2006 at 7:54 pm La verdad es que no planeé nunca en tal sentido. Lo que supongo te ha llamado la atención, en el final de la novela, es un giro de tuerca, no una apertura a segundas partes. Répondre
Mateo Molin on 3 marzo, 2006 at 7:27 pm ya me pica la curiosidad. ¿Conocían los egipcios clasicos (los de los faraones), dónde nacía el Nilo o era un misterio para ellos? Répondre
Sable on 4 marzo, 2006 at 11:24 pm El mito de las dos piedras por entre las que nacía el Nilo es egipcio, así que alguna expedición debieron mandar, o recoger narraciones y a partir de ahí elaborar el cuento. Además, es lógico que el Nilo, que era el alma de Egipto, suscitase curiosidad entre los egipcios, digo yo. Répondre
Aghata on 23 marzo, 2006 at 12:42 pm Tiene que haber dos fuentes porque hay dos NIlos, el Blanco y el Azul. ¿Cual se considera el principal de los dos? Répondre
DrX on 24 marzo, 2006 at 10:31 pm El Blanco es en buena ley la rama principal del Nilo. El Azul nace en Etiopía y siempre se le ha considerado como un afluente o al menos secundario respecto al Blanco. Répondre
Macarius on 14 agosto, 2006 at 10:44 am Las expediciones y aventuras para encontrar las fuentes del Nilo en el llamado Nilo Azul también dan para un buen puñado de novelas. Répondre
Wolf on 14 agosto, 2006 at 9:02 pm El problema es que cuando los romanos se interesan por esas fuentes hace siglos que los egipcios han perdido el control de Nubia y las relaciones con Punt. Ya que lograron relaciones con esos reinos, era lógico que las fuentes no fuesen un secreto para ellos. Répondre
Sigmar on 27 diciembre, 2006 at 11:30 am Ha salido la lista de las diez novelas historicas más vendidas en 2006 según la revista La aventura de la historia. La boca del Nilo ocupa el lugar noveno y como el autor es uno de los directores de esta web… ¡felicidades! Répondre
Frau Hesselius on 27 diciembre, 2006 at 4:15 pm Supongo que la más vendida será La Catedral del Mar. ¿Cuáles son las otras? Répondre
Sigmar on 28 diciembre, 2006 at 10:56 am Buen ojo Frau Hesselius. La lista de la aventura de la historia es: 1. La catedral del mar. Idelfonso Falcones. 2. Los hijos de la luz. César Vidal. 3. Los girasoles ciegos. Alberto Mendez. 4. Suite francesa. Irene Nemirowsky. 5. El fuego del cielo. César Vidal. 6. La cena secreta. Javier Sierra. 7. La novela de Genji. Murasaki Shikibu. 8. La promesa del angel. Frederic Lenoir. 9. La boca del Nilo. León Arsenal. 10. La conjura del faraón. Antonio Cabanas. Répondre
D on 28 diciembre, 2006 at 1:09 pm Según leo en el mundo, tras los últimos éxitos taquilleros el cine histórico español está de moda, y los distintos directores se han interesado en adaptar una de las novelas más destacadas del 2006: La boca del Nilo. Aún no está confirmado quien se pondrá tras la cámara, pero todos los rumores apuntan al director de Alatriste, Díaz Yanes, a quien podrían haberle llamado la atención los numerosos personajes de la novela que podrían haber sido jugadores del Atlético de Madrid. Répondre
Le on 1 enero, 2007 at 1:00 pm Ejem. Supongo que por la fecha, será la típica broma o inocentada… Répondre
Wamba on 1 enero, 2007 at 4:34 pm No sé si entristecerme porque no la filmen o alegrarme porque no la perpetre Díaz Yanes. :S Répondre
stark on 2 enero, 2007 at 11:21 am Bastante patético, ¿no? ¿Por qué incluyen a Genji como novela histórica? En la época en que fue escrita no lo era. Répondre
Sable on 3 enero, 2007 at 5:15 pm Yo creo que eso es exagerar. Es verdad que la catedral del mar es una novela endeble, montaje que ha salido bien y se ha convertido en superventas. De las de césar vidal mejor no hablar. Pero suite francesa o la boca del nilo que ha dado origen a este hilo son novelas muy buenas. Répondre
Wamba on 4 enero, 2007 at 5:13 pm Pero si te fijas, las dos más vendidas sí son os mierdas pinchadas en un palo (q es como me gusta iumaginarme a uno de sus autores). Répondre
coronel pike on 4 enero, 2007 at 11:16 pm Podía ser peor, podía dirigirla Vicente Aranda. Convencí a mi mujer para que fueramos a ver Tirante el Blanco…todavía no he conseguido que me perdone, lo recuerda cada vez que vamos al cine…espero que el amigo Leon tenga más suerte si adaptan su novela. Répondre
tyler_durden on 21 enero, 2007 at 11:40 am Pues yo he leído que ha comprado los derechos Almodovar… Esto promete… Répondre
Sable on 4 octubre, 2009 at 8:41 pm Galardonada con el II Premio Internacional de Novela Histórica Ciudad de Zaragoza, La boca del Nilo remite a una insólita y remota aventura que parece haber pasado de puntillas por la historia : la expedición que Nerón envió a Egipto, en el año 61 d.C., con la doble misión de entablar relaciones con el reino de Meroe y descubrir las ya entonces legendarias fuentes del Nilo. Arsenal encomienda la tarea al tribuno Claudio y al prefecto Tito a quienes se sumará una sacerdotisa de Isis, Senseneb; el cronista Valerio, el mercenario griego Demetrio y otros muchos personajes que reproducen el mosaico de culturas que configuraba el Imperio Romano. Juntos realizarán una larga travesía y vivirán una larga y peligrosa aventura a la que no son ajenas el amor, la intriga y la ambición. Hasta aquí la base argumental. De la novela puede decirse además que se lee de un tirón, tiene un buen fuste narrativo y la documentación historiográfica es correcta. Pero también que León Arsenal ha contado con un amplio margen de maniobra narrativa ocupado, sin duda, con verdadera maestría por cuanto de la expedición sólo se conservan dos breves referencias en Séneca y Plinio el Viejo. La boca del Nilo es, pues, una espléndida novela de aventuras ambientada en el Egipto del siglo I d.C. Y, máxime cuando ha sido galardonada con uno de los más prestigiosos (aunque jóvenes) galardones de Novela Histórica en lengua castellana, aquí es donde surge un debate siempre presente en los círculos vinculados al género: ¿Cuáles son los límites de la novela histórica? Repasando los catálogos de nuestras editoriales se aprecia que entran en el mismo saco la biografía novelada, el thriller esotérico, la narrativa ambientada en épocas pasadas…Como historiadora me gustaría decir que los límites vienen justificados por la rigurosidad documental, pero novela histórica es Ivanhoe y su medioevo tiene un cierto tufo a cartón piedra. Como escritora/lectora, me decantaría por exigir calidad en la prosa, buen ritmo narrativo y una sólida estructura argumental ambientada o basada en un momento histórico determinado. Pero, muchas novelas históricas cuentan con esas cualidades y, sin embargo, historiográficamente son un fiasco. Me decantaré, pues, por pensar que, además, de las cualidades narrativas que toda buena novela debe tener y una base historiográfica contrastada, la virtud esencial de la novela histórica es, prescindiendo de la anécdota concreta, su poder de evocación, es decir, la capacidad de trasladar al lector a espacios y momentos lejanos en el tiempo. Siendo así, es indiscutible que La boca del Nilo ha ganado merecidamente un lugar entre las mejores y más recientes novelas históricas españolas. Autora: María Pilar Queralt del Hierro. Originalmente en[url]http://latormentaenunvaso.blogspot.com/2006/07/la-boca-del-nilo-len-arsenal_21.html/url] Répondre
Sable on 4 octubre, 2009 at 8:44 pm Buena crítica. Se nota que la autora ha cogido la novela con cariño. Répondre