← Los redivivos Colapso → La herencia del Antiguo Egipto febrero 19, 2007 1 Opinión Christiane Desroches Noblecourt Género : Ensayo Christiane Desroches Noblecourt, una de las egiptólogas más prestigiosas de todos los tiempos, conservadora de antigüedades egipcias en el Louvre y autora de obras fundamentales en su especialidad (la más reciente, Hatshepshut, la reina misteriosa), ha compendidado en este volumen profusa y bellamente ilustrado los conocimientos que actualmente tenemos sobre una cultura enigmática, rica y fascinante como pocas. La filosofía, la medicina, la técnica y la ciencia, la teología…, son muchas las disciplinas cuyo origen podemos rastrear en los 4000 años de historia de Egipto, y Desroches Noblecourt no se contenta con exponer sus rasgos principales de un modo ameno y accesible, sino que desarrolla además en este libro la sugerente hipótesis de un origen egipcio-cristiano de nuestra civilización. ANTICIPO: Cuando los egipcios se convirtieron en campesinos, es decir, en sedentarios, sin duda se tornaron sensibles al lapso de tiempo que transcurría entre la llegada de la crecida (que se extendía por todas las tierras fértiles) y su posterior desaparición, para reaparecer cuando ya el suelo desecado aguardaba su benefactor retorno. La capacidad de observación de los habitantes de las orillas del Nilo les permitió descubrir los fenómenos que precedían, regularmente, a la estación de la crecida de las aguas. Expertos en el estudio de los astros, los egipcios habían estudiado la forma de numerosas constelaciones, la más importante de las cuales, según ellos (y sin olvidar la Osa Mayor y la Osa Menor), era la constelación que guardaba parecido con la silueta de una pequeña perra. La más brillante de las estrellas que la formaban recibió el nombre de Sepedet (Sothis para los griegos y Sirio para la cultura occidental). Esta estrella resplandeciente se volvía invisible durante setenta días y, luego, brillaba de nuevo durante el alba: instantes después de su reaparición, se levantaba el sol. Este fenómeno precedía por muy poco a la llegada de la Inundación: entonces se celebraba la fiesta del primer día del año, que conmemoraba el comienzo de un período que transcurría entre dos crecidas del Nilo. El nacimiento del calendario solar La división temporal de este período se hizo, con toda lógica, según tres estaciones, caracterizadas por las distintas actividades agrícolas. Durante el tiempo en que el sol había aparecido y se había puesto ciento veinte veces (es decir, durante cuatro meses de treinta días), el campesino había preparado el terreno, había plantado y había cosechado la mayoría de sus cultivos. Este primer período recibió el nombre de peret («entierro de la semilla, germinación y brote») y comprendía los dos últimos meses de invierno y los dos primeros de primavera. Le sucedía otra estación, de la misma importancia y de duración análoga, en la que se cosechaban los últimos frutos de la tierra, como el lino o, en último lugar, la uva. Cuando el sol era más intenso, el nivel de las aguas bajaba considerablemente, y ello comportaba el desecado de los canales de irrigación que los jefes habían dispuesto. Esos días penosos, en los que el calor apretaba y las actividades humanas se reducían, constituían la estación de los cuatro últimos meses del año, llamada shemu (de donde proviene hammam en árabe), esto es, el verano. Finalmente, la Inundación, al comienzo de los cuatro meses siguientes del año, regresaba, anunciada por la estrella Sothis. Era entonces el período de la plenitud, llamado akhet, durante el cual las aguas volvían a cubrir todas las tierras de cultivo y a fertilizarlas de nuevo. El primer día de tal acontecimiento, el día del Nuevo Año, se celebraba durante la ceremonia del upet renpet, es decir, la «apertura del año». Sabemos por las primeras inscripciones conservadas que, antes del final del período predinástico, los habitantes de esa bendita tierra conocían ese gran ciclo, y que ya habían concebido el significado exacto de la palabra renpet, «año». El primer día del año se dedicó a la ciencia, al conocimiento, a la inteligencia; en una palabra, se consagró a la forma divina llamada Thot, materializada desde el comienzo por el mono cinocéfalo, originario como cabía esperar del país de Punt, es decir, Etiopía, o la famosa Tierra del dios. Los epagómenos Así pues, en ese gran ciclo regido por el Nilo, las tres estaciones contaban, cada una de ellas, ciento veinte apariciones y desapariciones del sol. Cabe recordar que los astrónomos habían dividido, según la subida y la bajada de la temperatura, las tres estaciones en cuatro grupos de tres «revoluciones» completas del sol, correspondientes, a su vez, a un mes de treinta días. Cada mes estaba fraccionado en tres «semanas» de diez días, a saber, los decanes. De ese modo, el año comprendía 360 días. De hecho, faltaban cinco días y cuarto para completar el tiempo que faltaba para el nuevo regreso de la crecida. Por lo tanto, esos cinco días fueron considerados suplementarios y recibieron el nombre de «los días sobre el año». Mucho más tarde, los griegos los designarían con el término «epagómenos». En último lugar, también faltaba el cuarto de día que los sacerdotes, deseosos de respetar el ritmo de la naturaleza, debían tener en cuenta. Ese cuarto se dejaba, según afirmaban, a la intervención del dios. Los campesinos eran los primeros en respetarlo, dado que el crecimiento de los cultivos no debía escapar al marco real y regular de las estaciones. Sin embargo aquí debo simplificar y resumir las numerosas dificultades y contradicciones existentes, parece como si los encargados del cómputo temporal hubieran deseado prescindir sistemáticamente de ese cuarto de día, con lo cual se perdía un día entero cada cuatro inundaciones. Así pues, tras ocho años, se perdían dos días… Con el fin de que ese año «vago» y el año solar «fijo» coincidieran, era preciso aguardar 4 x 365 años, es decir, 1.460 años, que los egipcios denominaban un período sóthico. Dicha omisión del cuarto de día en la gestión administrativa del tiempo causaba numerosos inconvenientes a los escribas. Sa?bemos que, en ciertas épocas, se quejaban al advertir que las estaciones reales no se correspon?dían con las estaciones administrativas, que se habían convertido en irreales a causa de la diferencia de calendario. Así, por ejemplo, la fiesta de la cosecha caía, según las administraciones, en pleno invierno. Los sabios de los templos y de los pueblos de campesinos se mantuvieron siempre fieles al ciclo real de las estaciones y de los meses, integrando en el calendario los retrasos, pese a todo poco importantes, advertidos por las aguas providenciales que llegaban con las lluvias y el deshielo, cerca de los grandes lagos africanos. … Leyendas Son muchas las leyendas religiosas que se vincularon a los meses y a los días del año. Una de las más sorprendentes es la explicación que se daba a la presencia de los cinco días «suplementarios»; mucho más tarde, encontraremos sus rastros en el Antiguo Testamento y en Adán y Eva. En efecto, el demiurgo, tras haber creado por sí mismo la fuerza solar, compuesta por Shu y por Tefnut, actuó de modo que éstos engendraran a Geb y Nut la Tierra y el Cielo, quienes, estrechamente abrazados, quedaron, sin embargo, sometidos a la orden divina de no acoplarse nunca. Pero tales instrucciones divinas fueron transgredidas y siguió el terrible castigo. El Cielo fue separado de la Tierra por Shu, levantando el cuerpo de Nut, que quedó así transformada en bóveda celeste, mientras que Geb se mantuvo en el suelo bajo los pies de Shu, a pesar de los esfuerzos que éste hizo para reunirse con su amada. En definitiva, un empeño inútil, pero que dio origen a las montañas. Con todo, tras la intervención de algunas formas divinas, y con el fin de permitir que Nut diera a luz a los quintillizos que llevaba en su seno, el caritativo demiurgo aceptó añadir al año los cinco días su?ple?mentarios. Así aparecieron Osiris, Isis, Neftis, Set y Horus, quienes mostraron su interés por la hu?manidad. Tweet Acerca de Interplanetaria Más post de Interplanetaria »
anto on 17 octubre, 2010 at 1:52 am :-[ 😛 😛 😛 😛 😛 😛 😛 🙁 🙁 🙁 🙁 🙁 🙁 🙁 🙁 🙁 🙁 🙁 🙁 ;D ;D ;D ;D ;D ;D ;D 🙂 🙂 🙂 🙂 😉 😉 :'( :'( :'( :-X :-X :-X :-X[color=teal][size=4][font=courier][i][u][s][s][u][i]bueno…no era lo qe buscaba pero….we……[/i][/u][/s][/s][/u][/i][/font][/size][/color] Répondre