← Misterios de un asesinato La sonrisa etrusca → Los Fulares rojos: Siete espadas al servicio de Luis XIV noviembre 10, 2003 26 Opiniones Frédéric H. Fajardie Género : Histórica Los Fulares rojos ha obtenido en Francia los premios Maisons de la Presse, el Paul Féval y Jean d´Heurs, el más prestigioso de novela histórica en este país. Francia está pasando una dura prueba, su futuro rey Luis XIV aún es menor de edad y el país lo gobierna Mazarino; en París, los burgueses se han rebelando y la aristocracia huye de la ciudad. Siete espadachines lucharán al servicio de su rey para poner fin a la rebelión. De Fajardie se dice que es el nuevo Alejandro Dumas y también se le compara con Arturo Pérez Reverte por su estilo aventurero, la crudeza en algunos de sus momentos y la nueva mirada sobre una época y un género la capa y espada fascinante y romántica, pero también cruel y llena de miseria. ANTICIPO: El conde de Nissac, con la espada en la mano, avanzaba con paso de lobo por el gran jardín de una muy buena casa particular de la calle de Touron, situada fuera de la muralla de París, y que se alcanzaba por la puerta Saint-Germain. Sus hombres, que lo seguían en fila de a uno, también habían sacado la espada y caminaban en este orden: el barón de Frontignac, Florenty, el señor de Bois-Bnl1é y Nicolas Louvet, mientras que el barón Le Clair de Lafitte y Fervac cerraban la marcha. Bois-Bnl1é ya había matado al conserje de un simple puñetazo, sin necesidad de más. Por otro lado, el factor sorpresa había sido definitivo; Nicolas Louvet había abierto el paso al grupito de hombres con sus llaves falsas, que correspondían a los moldes que había hecho unos días antes y funcionaban de maravilla. Nissac llamó a Louvet a su lado y el falsificador, una vez más, utilizó de nuevo una llave falsa mientras el conde daba órdenes mediante gestos. Sus hombres y él se pusieron unos fui ares rojos que les tapaban la parte inferior del rostro, a partir de la nariz. Luego se agruparon, dispuestos a entrar. Louvet, que estaba agachado ante la cerradura, oyó cómo producía un leve chasquido, y el conde bajó ligeramente la empuñadura, abrió la puerta de una violenta patada con la bota y entró en una espaciosa estancia, con sus hombres pisándole los talones. El propietario del lugar, el banquero Fabrizio Volterra, lo tenía bien montado: a causa de los disturbios de la Fronda, había obtenido del príncipe de Conti diez hombres, grupo que se añadía a su guardia personal permanente, de cinco finas espadas. Los guardias de Volterra saltaron, listos para el combate. Eran siete contra quince, y el enfrentamiento pintaba mal, sobre todo porque Nicolas Louvet no era muy brillante con la espada, y Florenty menos todavía. Consciente de su deficiencia, el antiguo contrabandista arrojó la espada y vació sus dos pistolas, matando en el acto a dos hombres, pues si bien era un pésimo esgrimidor, no se podía negar sus excepcionales cualidades como tirador. Los dos cuerpos, al caer pesadamente, golpeando las baldosas con la frente agujereada, crearon un gran malestar entre los defensores. Nissac como estratega profesional que era, aprovechó rápidamente la vacilación. Respaldado por Maximilien Fervac, Melchior Le Clair de Lafitte y Sébastien de Frontignac, todos ellos soldados valerosos y experimentados, dos procedentes de los Guardias Franceses, penetró como una cuña en el ala izquierda de los adversarios. En pocas decenas de segundos, cinco de ellos habían mordido el polvo. En esos instantes, con un grito rabioso y un esfuerzo tan prodigioso que hizo literalmente estallar su jubón, Bois-Bnl1é levantó una mesa de roble donde podían comer seis personas y la proyectó sobre los supervivientes, acabando él solo con cuatro hombres del ala derecha. De un ágil salto que quizá le venía de su accidentado pasado, Louvet se había deslizado detrás de un hombre de Conti y le acarició la garganta con un largo cuchillo. Florenty ya había cargado sus pistolas y apuntaba a dos hombres de Volterra. -¡Esto está acabado! -resopló uno de ellos mientras tiraba la espada sobre las baldosas, y los demás, uno a uno, lo imitaron. Dejando la guardia de los prisioneros a su contingente, del cual sólo tomó a Nicolas Louvet, Nissac se precipitó hacia las escaleras mientras Fervac y Florenty iban en busca de criados y lacayos. Nissac y Louvet tenían que contar con la velocidad, pues con el ruido provocado por la breve lucha parecía muy improbable que Volterra no estuviera sobre aviso. Yaunque no fuera así, el martilleo de las botas del conde y de las de su compañero en el mármol de los escalones los habría traicionado de todas formas. Louvet se quedó inmóvil, un poco ahogado, delante de una puerta maciza que trató de abrir. En vano. Sin perder un instante, el falsificador escogió una nueva llave del manojo y se acercó a la cerradura, pero cuando iba a entrar, Nissac le propinó un fuerte empujón, indicándole por gestos que más le valía retirarse. Solo ante la puerta, Nissac se concentró y abrió arrojándose rápidamente sobre el costado: dos balas pasaron silbando y terminaron su trayecto en un cuadro del pasillo que representaba a la difunta señora Volterra madre, repentinamente agraciada con unas narices suplementarias en plena frente; a Nicolas Louvet le entró un ataque de risa. Sin detenerse en semejante pillería, Nissac, con un movimiento extraordinariamente rápido, sacó el puñal de la caña de su bota, entró en la estancia, se dio dos segundos para situar al adversario y lanzó el arma, que se clavó en el hombro de un hombretón de más de cincuenta años. Con una mueca de dolor, éste arrojó sus dos pistolas vacías y se tambaleó hasta un alto sillón sobre el que se dejó caer gimoteando. -¡Los sacos, rápido, los sacos! -gritó Nissac a Louvet, quien volvió a bajar. A solas con el herido en la estancia, Nissac avanzó y contempló al príncipe Fabrizio Volterra decepcionado. Ellígure, que repartía su tiempo entre su casa de la calle de Tournon y su palacio de Génova, tenía una apariencia vulgar. La grasa desbordaba por todos lados, habría sido vano buscar cualquier señal de nobleza en el gran hombre que, sin embargo, por lo visto, estaba emparentado con los Grimaldi. Financiero sin escrúpulos, Volterra prestaba dinero al rey de España con el fin de asistido en su esfuerzo guerrero. Si prestaba mucho, Volterra velaba por obtener un interés muy ventajoso; pero, como era un financiero muy simpático, tenía la costumbre de completar sus servicios, pues ¿se ha visto jamás a un acreedor llevar su amabilidad hasta favorecer las empresas políticas de su deudor? Sin embargo, ése era el caso del príncipe Volterra. En tierras holandesas se le reprochaba, con pruebas, el haber organizado, pagando abundantemente a los matones, el intento de asesinato contra Maurice de Nassau, hijo del enemigo jurado del rey de España. Al financiar la Fronda, con la intención de debilitar el poder real en beneficio de España, él seguía una política seme jante. Volterra hizo una mueca, exagerando su dolor, y dijo: -¿Tendréis la valentía, finalmente, de quitaros ese fular rojo del rostro? Nissac se acercó y tiró con un gesto enérgico y sin el menor miramiento del mango de su puñal, que seguía clavado en las carnes del príncipe. Luego, secando la hoja enrojecida de sangre en la corbata de tafetán negro con bordados de oro de su víctima, el conde respondió: -Claro, príncipe, me lo dejaba puesto por piedad hacia ti, pues si me quito el fular y ves mi rostro la consigna es matarte como a un cerdo. Volterra le dirigió una mirada llena de pánico: -¡Ah, no lo hagáis…! ¡Dejaos vuestro rular, señor! ¡Dejadlo! ¿Está atado convenientemente? -Eso creo. -¡Eso es bueno, pues vuestro rostro no me interesa en absoluto! -Príncipe, ¿me estás diciendo que consideras que mi rostro es feo? -Ni hablar, señor, ni se me ha ocurrido, y en realidad vuestra belleza me deja indiferente. -Eso resulta muy singular, príncipe Volterra, ya que en tu casa no hay más que belleza arquitectónica o artística. ¿De dónde te viene esa indiferencia por las cosas bonitas? Es tan repentina que me alarma. -Señor, es que si os veo me mataréis, y si muero no podré volver a pensar en vuestra belleza, que, si sigue siendo un enigma, se me aparecerá en los días y las noches de supervivien te. -Eso de las noches me parece demasiado, príncipe, yafecta mi honor de hombre. ¿Me encuentras, por alguna perversión de tu vista, aspecto femenino, maneras de damisela, apariencia de cierva retorciéndose delante de un ciervo viejo, como tú, gordo y caprichoso? -Ah, vos sois todo menos afeminado, y no tenéis de la cierva más que la gracia, por ejemplo, al lanzar el puñal. -¿Así, príncipe, has apreciado mi estilo…? Me siento halagado. ¿Quieres que, para afirmar nuestra amistad, aunque balbuciente, pero en la que percibo fuerza, vuelva a empezar? -¡No hace ninguna falta, señor! Nuestra bonita amistad no necesita manifestaciones exteriores tan escandalosas ni exige pruebas de ese tipo. Nissac se sentó en el borde del escritorio y, un tanto fascinado, observó largamente a Volterra: -¡Creo que hablas por hablar! -Es cierto, señor. Pero poneos en mi lugar. -No me apetece nada, príncipe. Presiento que tu posición es precaria e incluso tu vida un poco problemática. Convendría, para continuar, que te callaras. -Seré una tumba, señor. -¡No vayas tan rápido! Tweet Acerca de Interplanetaria Más post de Interplanetaria »
Alberto on 12 octubre, 2003 at 7:48 am Lo mismo digo, la época y la temática me interesan mucho, si alguien me convence de que vale la pena me lo compraría. Répondre
Martin on 12 octubre, 2003 at 10:49 am Creo que estamos todos igual. 27 euros -4.500 pesetas- se salen de mis previsiones. Muy bueno tiene que ser y aún así me lo pensaría. Répondre
Vizzini on 17 octubre, 2003 at 2:30 am Es una historia de aventuras e intrigas muy en el estilo de Dumas. Con un punto de humor y de misterio, me parece muy entretenida. Lo que más me gusta es que los protagonistas, no son unos amargados como el Alatriste, si no que tienen un espíritu aventurero. Por lo demás, un cóctel de complots, duelos, persecuciones y amoríos. También me parece que se han pasado con el precio, lo que pasa es que me gusta más y me cunde más que otros libros de este género, como los Alatristes. Répondre
Jaime on 17 octubre, 2003 at 1:30 pm Yo ya he fijado mi precio psicológico: 15 euros, a partir de ahí, el libro tiene que ser la rehostia, como el libro de Arkham House de Valdemar, para que me plantee la compra. Répondre
villapals on 21 octubre, 2003 at 1:40 am El precio me parece carísimo, pero ahora todos los libros con buenas ediciones son una sobrada Répondre
Vizzini on 22 octubre, 2003 at 1:54 am ¿no es un límite un poco bajo?. En esta época no hay ningún libro bien editado que te baje de los 18 euros (y la mayoría andan por 20). Répondre
Tero on 3 noviembre, 2003 at 12:31 pm Buena, muy buena. Solo puedo decir eso. Recomendable, dinero bien gastado. Répondre
Toro on 7 noviembre, 2003 at 8:57 pm No puedo opinar lo mismo. El estilo es bastante atropellado y eso castiga la historia. Répondre
MD on 11 noviembre, 2003 at 11:01 am Me ha gustado el anticipo, si mantiene ese nivel todo el rato el libro va a ser una buena compra. Répondre
Alberto on 13 noviembre, 2003 at 10:13 am A mi también me ha gustado el anticipo, pero me he fijado que, más que a las novelas de aventuras, el texto me recuerda un poco al "Polar" francés (lo cual no sería tan raro, porque Fajardie ha escrito bastantes novelas policiacas). ¿Os da la misma sensación o son figuraciones mías?. Répondre
Tom on 16 noviembre, 2003 at 7:49 pm Es un estilo curioso y a ratos no me convence para nada, aunque por lo menos es agil y en capitulos cortos de parrafos breves. Répondre
Christian on 20 noviembre, 2003 at 9:52 pm Sinceramente, nada que se parezca al gran Dumas ni a Perez Reverte. La trama es interesante y no está mal desarrollada, pero el estilo es más bien vulgar, lejos de Dumas o Reverte. Los personajes no están muy bien caracterizados y tiene secuencias poco realistas. El contexto histórico de la Fronda está un poco más conseguido. En fin, las comparaciones con la saga de los Tres Mosqueteros siempre son difíciles Répondre
Alberto on 27 noviembre, 2003 at 7:12 pm El libro tiene buenos fragmentos (como el aquí publicado), pero es un tanto fragmentario, la trama avanza a trompicones y los distintos hilos se resuelven de forma bastante brusca, como si al autor se le quedase corto el libro (que pasa de 500 páginas) Además tiene el problema de que su protagonista Nissac es, como Alatriste, un personaje de una pieza, en el que no caben matices, pero eso se contrarresta con otros personajes más interesantes y que tienen casi tanto peso como él (Galand, por ejemplo) Buenas peleas y escapadas, con una historia de misterio interesante, pero falla el conjunto. Répondre
Caesar on 6 diciembre, 2003 at 10:38 pm Los únicos personajes tallados en piedra que funcionan son los malvados. Hoy en día el héroe como tal ha desaparecido y cuesta conseguir cierto nivel de empatía si no tiene claroscuros. Répondre
Thor on 7 diciembre, 2003 at 1:33 pm Creo que se podría comparar con el capitán Alatriste: no está mal, se deja leer y sin duda está por encima de la nefasta media narrativa de nuestros tiempos. Pero no es gran cosa la verdad. Répondre
Jaime on 7 diciembre, 2003 at 2:50 pm Estoy de acuerdo. Tiene momentos brillantes y otros que, en fin, ni fú ni fá. Te rompe el ritmo de lectura. No obstante, hay que reconocer que destaca por esos buenos momentos. Répondre
pendragon on 29 diciembre, 2003 at 9:19 am Yo al menos he encontrado lo que buscaba, una autentica novela de aventura, de buenos y malos, de capa y espada, de amores ciertos e inciertos, de sádicos y santones,…en fin de las de 500 páginas en dos sentadas. Muy recomendable Répondre
Pendragon on 24 marzo, 2004 at 5:56 pm Y con tanta polemica sobre el límite inferior de la novela historica, habiendo quien aduce la falta de información escrita sobre la época, en este libro se recrea una época historica real(las frondas y Mazzarino) pero el conde de Nissac y demas tropa son meras invenciones (novela). A mi entender, esta es novela histórica y de las buenas y lo mismo entiendo de Stonehenge de Cornwell que es un ejemplo de lo contrario, falta de datos e imaginación al poder, pero en cambio te habla de una epoca y unos personajes perfectamente ambientados en una edad antigua Todo vale si el resultado es bueno. Répondre
Alberto on 26 marzo, 2004 at 11:03 am Para mi gusto tiene demasiadas caídas de ritmo y la narración pega unos saltos que hacen que la historia quede inconexa. Répondre
Warlord on 26 marzo, 2004 at 12:37 pm Pues en mi caso la disfrute un monton desde la primera hasta la última, me encantó la forma en que confluyen al final las variadas historias y personajes de la misma Répondre
suster on 21 abril, 2004 at 4:05 pm nunca me compares a capitan alatriste con este libro.reverte sabe mantener el ritmo de la historia,te tiene en vilo,mientras q fajardie tiene sus momentos de inspiracion,sin mas…si alguien quiere leer un buenn libro(q son 3) q se lea cronicas del señor de la guerra, de bernard cornwell Répondre
laietanus on 11 mayo, 2005 at 4:58 pm A mí me ha parecido que era una estructura para una una saga de por lo menos tres o cuatro entregas intercalado con unas "escenas" ya acabadas. La definición de los personajes es pobre siendo muy generoso y la trama va a saltos. Está a años luz de Los tres mosqueteros y Veinte años después del maestro Dumas. Répondre
D on 12 mayo, 2005 at 11:12 am Es un libro muy entretenido, aunque alguna que otra vez se queda en cartón piedra, por eso tal vez sea más aconsejable para bolsillo y no a esos precios. Se queda es casi, pero bueno, comprado y leído está. Répondre
Hermes on 30 julio, 2006 at 11:13 am Se lee muy fácil y resulta de lo más entretenido. Me lo he pasado estupendamente. Répondre