← Cuentos fantásticos del romanticismo alemán Houdini y Sherlock Holmes → Motin en la Bounty octubre 08, 2008 5 Opiniones John Boyne Género : Aventuras Instalado en los últimos compases de su vida, el capitán Turnstile rememora los extraordinarios acontecimientos que dieron inicio a su larga y fructífera carrera de marino. A sus catorce años, de padres desconocidos, John Jacob Turnstile es un chico alegre y vivaz que se gana el sustento de forma no muy honrosa por las calles y mercados de Portsmouth. Justo cuando está a punto de dar con sus huesos en la cárcel, surge una última tabla de salvación: embarcar como ayuda de cámara del capitán en un navío destinado a una importantísima y exótica misión. El capitán es William Bligh, la nave es la fragata HMS Bounty y el destino, Tahití. Así pues, a lo largo de este apasionante relato, el grumete Turnstile no sólo nos ofrece una versión muy distinta del capitán Bligh y del insubordinado Fletcher Christian, sino también nos dibuja con encomiable realismo un variopinto retablo de personajes que entretejen un denso entramado de relaciones personales. Tweet Acerca de Interplanetaria Más post de Interplanetaria »
Vengador on 10 febrero, 2009 at 6:02 pm Distinta y muy interesante. Boyle ya había demostrado con El niño con el pijama de rayas algunas virtudes como narrador confirmadas en esta novela: su capacidad para dotar de humanidad cualquier personajes, además de su habilidad para crear atmósferas. Para un aficionado a las aventuras navales, como servidor, el ambiente de la navegación en la fragata le parece más que convincente. Quizá no abunde en terminología náutica de la época, ni falta que le hace. La parte menos conocida del viaje: el retorno en un bote del capitán y los que permanecieron leales, es impresionante. La historia en sí me atrajo la atención desde un principio, dado que la mayoría conocemos al menos una de las tres versiones cinematográficas: el cruel capitán que a base de castigos desmedidos obliga a un oficial decente a sublevarse… La historia por lógica siempre me dejó cabos sueltos: el castigo corporal era habitual en las armadas de la época y lo visto en las películas, aún satanizando al capitán Blight, no es especialmente cruel para el comportamiento de algunos capitanes. Además, cuesta creer que se embarcasen con él en un bote de 7 metros casi un tercio de esa tripulación a la que tenía martirizado, y que un almiraztango bastante estricto con quien perdiera un barco absolviera a un capitán que posteriormente llegaría a almirante… y queda la hazaña de cómo recorrieron 7000 kilómetros del Pacífico en un bote con un simple sextante, sin cartas de navegación, apenas provisiones, y perdiendo un único hombre… Pues bien, aquí está la versión de Boyle, desde el punto de vista del capitán Blight, y desde luego es una lectura que merece la pena. Répondre
lun on 11 febrero, 2009 at 10:11 pm Lo que nunca he tenido claro es porqué se amotinó una parte de la tripulación. ¿Fue porque no querían continuar el viaje? porque tampoco se menciona que el capitán Bligh fuera especialmente tiránico. Y lo que parece realmente increíble es la proeza de sobrevivir más de cuarenta días a pelo ¿sin agua? ¿sin comida?, porque no creo que pescaran con el sextante. Répondre
Alberto on 12 febrero, 2009 at 10:09 am Yo recuerdo dos teorías: Una que todo el tiempo que tuvieron que pasar en Tahiti hizo que la disciplina se relajase y que parte de la tripulación no aceptase volver al régimen habitual y la otra que se trajinaban a los guardamarinas (otra práctica habitual en los barcos de la época) y que la causa de todo fue un tema de cuernos. Répondre
Alberto on 12 febrero, 2009 at 10:40 am De todas formas no está de más recordar que Blight pasó por cuatro motines (La Bounty, Spithead, Nore y como gobernador de Nueva Gales del Sur) Répondre
Vengador on 12 febrero, 2009 at 10:53 am El libro se centra en la primera teoría, y no me parece nada descabellada. Pasar más de un mes trajinando con complacientes nativas, durmiendo, comiendo como un pachá, bañándote y disfrutando de un clima estupendo sin dar palo al agua para saber que hay que volver a la vida en el velero: 7 días de trabajo a la semana, turnos interminables, trabajo duro, rancho de comida, y todo en un lugar atestado de tíos para el resto de tu vida… pues no me extraña mucho, la verdad. Sobre el viaje en el bote, tenían algunas provisiones de inicio y se abastecieron en alguna isla. No siempre porque muchos nativos resultaron hostiles, y además entre las Fidji, donde no pudieron ni desembarcar, y Australia no encontraron una sola isla y pasaron 2 ó 3 semanas. Parece que la leyenda "negra" sobre Blight fue incentivada en parte por el abogado de uno de los amotinados capturados. Era oficial, de familia importante, y el motín estaba penado con la muerte. Así que para salvarlo su estrategia fue una campaña de desprestigio para justificar el motín. Lo de la práctica habitual de trajinarse a los guardiamarinas es la primera vez que lo leo. Me sorprende un poco, porque la mayoría de los guardiamarinas eran hijos de otros capitanes o pertenecían a buenas familias. Pero tanto tiempo solos en el mar debe pasar factura, sin duda. Répondre