← El canto de la tripulación Roma Vincit! → Nicho de Reyes, La Tierra del Dragón vol. 1 mayo 13, 2005 3 Opiniones David Mateo En las postrimerías de la antigua Edad de la Sombra, la primera Gran Guerra sacudió los cimientos de Argos, provocando la caída de los grandes dragones. Hoy, los habitantes de un pequeño país norteño, se enfrentan al resurgimiento de despiadadas tribus ancestrales que traerán consigo el dañino sabor de la guerra, enfrentando a los habitantes de todo un país a un horror que creían olvidado desde hacía muchos siglos. Las disputas y las pasiones de tres hermanos, zarandeados por viejos estigmas que marcaron el devenir de un pasado no tan remoto, podría llegar a suponer la caída de todo un continente, y el resurgir de un imperio comandado por los poderes más elementales de las Tinieblas. Nicho de Reyes es el comienzo de una aventura que nos adentrará en las entrañas de un basto continente situado en un mundo utópico conocido como el Eccélion. Este primer volumen marcará el viaje iniciático para uno de sus personajes. Un espíritu orgulloso que tendrá que forjar su alma con los valores de los antiguos héroes, al tiempo que emprende una búsqueda en la que se verá obligado a encontrar una nueva identidad y olvidar una inmortalidad que el destino había puesto en sus manos. ANTICIPO: La amplia explanada que conducía hasta la desolada Vundar se tiñó de negro. Decenas y decenas de seres oscuros ocuparon todo el erial. Sus cuerpos, altos y desproporcionados, se recortaban contra el cielo como una siniestra amenaza, arremolinándose en una horda encrespada que sacudía la tierra y arrastraba todo a su paso. El clamor de los tambores nacía en el seno de aquella manada de criaturas grotescas y pavorosas, su estruendo se entremezclaba con miles de gritos inarticulados que interrumpían el silencio que consumía el páramo e impregnaba el ambiente de un pánico exacerbado. Algunos de aquellos seres, cuyos horrendos semblantes ganaban en escabrosidad a los que habían vislumbrado durante la noche anterior, cubrían sus cuerpos con pieles de animales, tal como habían escuchado en las historias relatadas por los supervivientes de la matanza; otros en cambio iban desnudos y avanzaban de forma impúdica, agitando sus torsos en un siniestro frenesí producto del histerismo general. Al frente de tan feroz enjambre trotaban los individuos más grandes; robustas criaturas de cuerpos estirados y miembros fibrosos, cuyos músculos brillaban a causa del sudor derramado. Sostenían descomunales tambores de guerra que hacían retumbar una y otra vez, marcando una marcha que sus congéneres apenas eran capaces de mantener, pues se movían presa de la inercia y haciéndose paso a base de empujones y codazos.El ejército de salvajes negros, que ya ocupaba todo el horizonte y se había convertido en una inmensa ola que amenazaba con sumergirlo todo a su paso, avanzaba rápidamente hacia el emplazamiento escogido por los humanos.Conforme más se aproximaban, la marea negra se hizo más y más grande. Yavin fue incapaz de saber el número aproximado de individuos que allí se congregaban, en cambio si que era consciente de que todas las previsiones realizadas de antemano se habían quedado cortas. Los dos ejércitos andaban muy parejos en sus formaciones.-Dieses benditos.- murmuró el duque de Masters desde su posición al frente de la tropa.- Que visión más abyecta.-Desde tiempos de lord Greidell, en los albores de la creación del reino, jamás un ejército tan siniestro y maligno había pisado esta bendita tierra.- repuso sir Vester Hatchet.Los soldados de Abisinia, estremecidos y acongojados, ahogaban quejumbrosos jadeos ante la hecatombe que llegaba del Este. El suelo temblaba bajo sus pies y los rugidos de los norteños se inyectaban en sus mentes, instaurando el miedo en sus corazones. Ninguno de ellos estaba preparado para hacer frente a la imagen de corrupción y salvajismo que llenaba todo el horizonte, ninguno esperaba encontrar un horror semejante en aquellas tierras que antaño fueron hermosas y alegres. Aun así todos permanecieron en sus posiciones, aferrados por el miedo, pero manteniendo a ralla sus desbordados nervios.El rey, consciente del sufrimiento de los suyos, espoleó su caballo y cabalgó espada en ristre a lo largo del pasillo que quedaba entre la milicia y la caballería.-No temáis, hijos de Abisinia. Esta es nuestra tierra, mancillada por odio y tinieblas, pero sigue siendo nuestro hogar. Mirad al frente y contemplad al enemigo que ha asesinado a traición a los nuestros. Contemplad el horror que ha llegado desde las montañas y tratad de encontrar la valentía para hacerle frente. En el pasado, otros muchos combatieron al mal que osaba internarse en nuestras fronteras, hoy nos ha tocado a nosotros afrontar al horror más vil que se ha propagado por Abisinia desde los tiempos de nuestro señor Greidell. Pero tal como hicieron nuestros antepasados, los combatiremos altivos y poderosos, sin miedo a la derrota y conscientes de que la victoria está al alcance de nuestra mano. Si vamos a morir en este desierto de barro y roca, lo haremos empuñando la espada y llevándonos con nosotros al enemigo que amenaza a nuestras mujeres e hijos; al enemigo que se cierne sobre los hombres de honor y de buena voluntad que habitan nuestro hogar. Dejad a un lado el miedo, y enfrentémonos al abismo con la cabeza bien alta. Yo grito Abisinia con todas mis fuerzas… ¡Abisinia hoy y para siempre!Y todos los hombres, contagiados por la decisión de su monarca, alzaron sus espadas, y olvidando por unos instantes el miedo que estremecía sus corazones, gritaron al unísono el nombre de Abisinia.El rey cabalgó más rápido, llevando el título de su patria a lo largo del frente, y más y más soldados se alzaron en la adversidad y se unieron al grito de esperanza propagado por el paladín. Durante un tiempo el rugido de las bestias quedó sofocado por el griterío de la tropa. Los estruendos del Norte y el Sur se enfrentaron bajo el ocaso prematuro del día, y durante los minutos que precedieron al asalto, todo el valle de Vundar se convirtió en un estruendo pavoroso que encogía el corazón y nublaba el alma.Los segundos fueron transcurriendo lentamente, y el clamor se hizo insoportable, pronto pudieron vislumbrar perfectamente las filas enemigas. Los salvajes negros avanzaban sedientos de sangre. No llegaban a correr, pero sus piernas se movían a un ritmo apresurado y frenético. En aquel arrebato de rabia incontrolada, unos se atropellaban a otros, empujándose y pisoteándose sin mostrar el más mínimo miramiento. Sus rostros viles se retorcían ferozmente y de sus gargantas surgían rugidos guturales que llegaban hasta las filas de envalentonados humanos en un creciente vocerío. Por fin, el rey regresó a su puesto avanzado y se volvió hacia el imponente general Reeken, que ocupaba el frente de la milicia. El fuego ardía en sus ojos y su voz resonó con aspereza.-No demos tregua a esos abyectos bárbaros. Liberemos de una vez esta tierra.Reeken respondió con un rudo cabeceo y montado sobre el semental macho, se hizo paso entre los estoicos caballeros y ocupó el frente de las filas de arqueros. Su figura, descomunal y amenazante, envuelta en una aureola de metal y garras, se alzó funesta en la vanguardia de la tropa, convirtiéndose en un horror tan acuciante como el que llegaba desde Vundar. Los soldados observaron temerosos la efigie del imponente mariscal de campo y dieron gracias una vez más por que estuviera a su lado.-Preparen armas.- ordenó con voz alta y clara.Los arqueros, tensos ante la inminente refriega, echaron mano a sus aljibes, y sacaron las relucientes saetas, colocándolas en posición en los arcos. Las puntas se alzaron hacia el encapotado cielo y las cuerdas se tensaron con un ruido silbante. El enemigo ya estaba encima de ellos, el retumbe provocado por sus pies convulsionaba hasta las mismísimas entrañas de la tierra, el ruido de los tambores de guerra rompía el asfalto en mil grietas y se alzaba hacia el firmamento como el bramido de un coloso recién despertado. Tweet Acerca de Interplanetaria Más post de Interplanetaria »
chester on 14 julio, 2005 at 12:22 pm Parece que nadie habla en estos foros de Nicho de Reyes, a mi me gustaria decir que la he leido y realmente me ha sorprendido lo buena que es, espero los demas tomos de la saga y me gustaria creer que el que sea desconocido no es el motivo de que no hablemos de el. Un saludo a todos Répondre
Dianora on 5 septiembre, 2006 at 8:05 pm No sé, a mi me parecío de lectura un poco pesada. El lenguaje a veces resulta un tanto cargado. Y realmente encontré muchas coincidencias con otros libros de fantasía tanto en nombres como en parte de la trama. Aunque debo reconocer que al final, y prácticamente sólo entonces captó mi atención. Lo que me parece una barbaridad es que vaya a durar más de 3 libros. Répondre
Caesar on 5 septiembre, 2006 at 8:25 pm Solo puedo juzgar un fragmento leído en una revista, y me pareció mal redactado, poco original y menos interesante, pero sobre todo, y tal vez eso sea lo único importante en ese tipo de libros, un tostón. No sé cuántos aficionados a la fantasía leerán este foro, pero supongo que su silencio obedecerá al deseo de no hacer sangre más que al hecho de no hablar de él por ser un desconocido. Répondre