← El sello del Sultán Etreum. La biblioteca del destino → Ruido de pasos noviembre 05, 2006 8 Opiniones Larry Niven / Jerry Pournelle Género : Ciencia-Ficción Unos pequeños puntos procedentes de Saturno se dirigen a la Tierra. Los científicos se ponen en guardia, pero fracasan en todos los intentos de establecer contacto con ellos… Los alienígenas han llegado para quedarse. Armados con una tecnología desconocida, estos seres astutos y mortíferos se hacen con el control del planeta en cuestión de pocos días. Nada ni nadie parece capaz de detenerles. Ante la desesperación, los humanos deciden atacar la nave nodriza de los invasores, en una maniobra suicida de consecuencias imprevisibles. Una lucha desesperada por la supervivencia de la humanidad magistralmente orquestada por Larry Niven y Jerry Pournelle, dos de los grandes del género, en una de sus colaboraciones más importantes. Un clásico inédito que, al igual que el resto de sus obras, ha cosechado un gran éxito en el extranjero tanto de crítica como de ventas. ANTICIPO: CUENTA ATRÁS: H MENOS SEIS SEMANAS La lujuriante vegetación tropical de la costa de Kona acababa de forma abrupta. De pronto, las hojas de las flores de la pasión y las palmeras desaparecieron, y Jenny se encontró conduciendo sobre campos de lava desnudos. Su compañero asintió y señaló las cumbres de su derecha. El Mauna Loa. Dicen que trae muy mala suerte llevarse algo de lava a casa. ¿Quién lo dice? Los antiguos hawaianos, claro. Pero también un sorprendente número de turistas. Se llevan un trozo de lava y luego lo devuelven por correo. Se encogió de hombros. Traiga o no mala suerte, por lo que se sabe, ella (el Mauna Loa siempre ha sido ella para los antiguos) nunca se ha cobrado una vida. La capitana Jeanette Crichton maniobró expertamente con el TR-7 prestado cuando la carretera inició una empinada cuesta. El terreno era engañoso. Desde la playa las montanas parecían suaves lomas, hasta que tratabas de escalarlas. Entonces te dabas cuenta de lo realmente glandes que eran los volcanes gemelos. El Mauna Loa se elevaba unos 4.700 metros sobre el nivel del mar y se hundía unos 6.700 hasta el fondo marino, lo que lo convertía en una montaña más alta que el Everest. Gira a la izquierda en la próxima carretera de verdad le indicó Richard Owen Va a ser un largo camino. ¿Te importa si echo una cabezada? Me he acostado tarde. No es, que sea. Muy halagador, pensó ella. Me recoge en Kona, me hace levarlo por la ladera de un volcán y se duerme. Qué romántico… Se pasó los dedos por el pelo, largo hasta los hombros. Lo tenía castaño oscuro con un ligero tono rojizo, y en ese momento no debía de estar demasiado bonito, pues aun lo tenía húmedo debido a su baño matutino. Tampoco estaba demasiado morena. Había veces en las que las pecas se unían ofreciendo la ilusión de un bronceado, pero aún no había avanzado demasiado la primavera para eso. Pelo mojado, ningún bronceado. Realmente, no era la imagen popular de una chica Tenia un buen tipo, aunque quizá demasiado atlético; el Ejército animaba a sus oficiales a correr cinco kilómetros al día, y ella lo hacía a pesar de que podría librarse de esa obligación si realmente lo deseara. La falda por encima de la rodilla y la camiseta eran demasiado reveladoras. Aun así, no debía de ser una vista que atrajera a ese astrónomo, aunque ella estuviera abrumada por su aspecto. De todas formas, al principio había habido algo de electricidad. Ahora, esta casi había desaparecido. Ha estado en pie toda la noche, pensó ella. Y volverá a hacerlo esta noche. Déjale que duerma. Eso debería animarlo. Sabe Dios e! aspecto que tendría yo si tuviera que vivir según el horario de un vampiro. Condujo a través de pastos y campos de lava que se iban alternando. Alguien se había dedicado a apilara intervalos irregulares rocas ígneas. Tres o cuatro rocas, cada una de menor tamaño que la que tenía debajo, la del fondo de unos dos metros y medio de largo, apiladas formando una pirámide; le habían contado que se trataba de ofrendas religiosas realizadas por los antiguos hawaianos. Si era verdad, no podían ser muy antiguas; el Mauna Loa entraba en erupción demasiado a menudo, y seguro que este campo había sido cubierto por la lava varias veces a lo largo del siglo xx. Giró a la izquierda en la intersección y el camino se hizo aún más empinado. El TR-7 subió laboriosamente la cuesta. Allí había menos campos de lava reciente; ahora se encontraban en la ladera del Mauna Kea. Se suponía que ella estaba bastante dormida. Condujo a través de interminables kilómetros de tierras pertenecientes al rancho que el rey Kamehameha regalara a un marinero británico que se hizo amigo suyo. Richard Owen se despertó justo cuando llegaban a la estación astronómica. Paramos aquíanunció él. Comamos algo. No es que allí hubiera mucha cosa. Largos barracones de madera de una sola planta en un mar de lava y fango, con unos esqueléticos árboles que trataban de sobrevivir en el campo de magma sólido. Aparcó al lado de varios cuatro por cuatro GMC Jimmy. Podemos seguir un rato más dijo ella. En realidad no necesito comer Reglas. Aclimatación. Hay casi 4.700 metros de altura en la cima. Un aire muy liviano. Ya es bastante liviano aquí, a unos 3-300 metros. Nada resulta fácil, ni siquiera caminar, hasta que uno se acostumbra. Para cuando llegaron a los barracones prefabricados, ella estaba dispuesta a darle la razón. Había media docena de observatorios en el cráter del volcán, Richard aparcó el Jimmy frente al edificio de la NASA. Tenía el aspecto de un observatorio sacado de los dibujos animados de Bugs Bunny: un edificio cuadrado de cemento bajo una cúpula de brillante metal. ¿Puedo mirar por el telescopio? preguntó ella. Él no se rió. Igual había tenido que responder demasiadas veces a esa pregunta. Ya nadie mira por el telescopio. Solo sacamos fotos. La condujo al interior a través de pasillos de paredes desnudas y bajaron por una escalera metálica hasta llegar a una sala amueblada con mesas y sillas de oficina cromadas. Una mujer se encontraba en la sala. Era aproximadamente de la misma edad que Jeanette, y podría ser bonita si no llevase la cara tan lavada y utilizara algo de carmín. Fruncía el ceño mientras bebía café. Mary Alice dijo Owen, esta es Jeanette Crichton. Capitana Crichton, Inteligencia del Ejército. No es una espía, realiza reconocimientos fotográficos y cosas por el estilo. Eso dice. Mary Alice Mouton. Especialista en asteroides, Hola saludó Mary Alice. Seguía con el ceño fruncido. ¿Algún problema? preguntó Owen. Algo así. No dio la impresión de que reparara en la presencia de Jeanette. Rick, me gustaría que vinieras a ver esto. Claro. La doctora Mouton abrió la marcha y Rick Owen la siguió- Jeanette sacudió la cabeza y se apresuró a alcanzarlos a través de otro pasillo; subieron por unas escaleras y atravesaron una desordenada sala de ordenadores. Están todos locos, pensó. Pero, ¿qué otra cosa esperaba? No había sabido qué esperar en absoluto. Ese era su primer viaje a Hawai, una conferencia sobre observación por satélite. La conferencia ya había terminado y ella se había tomado un par de días de permiso para bucear en los arrecifes de la Gran Isla y disfrutar del sol. No conocía a nadie en Hawai, por lo que todo había sido bastante aburrido. Empezó a hacer planes para ir a visitar a Linda y Edmund antes de volver a Fort Bragg. Y entonces Richard Owen se había reunido con ella en el arrecife. Habían desayunado juntos después de nadar y la había invitado a ver el observatorio. Ella se había comprado un saco de dormir; no sabía si Owen esperaba compartirlo con ella o no, pero, debido a ciertas cosas que él comentó en el almuerzo y en el viaje en coche después, estaba bastante segura de que él se lo iba a proponer. Había tratado de decidir lo que le iba a contestar cuando lo hiciera. Y ahora parecía que ella ni siquiera estaba allí. Los siguió hasta una pequeña habitación atestada. En una esquina había una enorme pantalla. La doctora Mouton hizo algo con los controles y apareció en el monitor un campo de estrellas. Hizo otra cosa y el campo de estrellas empezó a encenderse y apagarse; al hacerlo, dio la impresión de que una de las estrellas saltaba adelante y atrás. ¿Un nuevo asteroide? preguntó Owen. Eso es lo que pensé contestó la doctora Mouton. Excepto que… Échale un buen vistazo, Rick. Y reflexiona sobre lo que estás viendo Él miró la pantalla- Jeanette se acercó más. No veía nada raro. Se toman fotografías en dos noches distintas y se comparan. Las estrellas normales no se moverán tanto como para notarlo, pero cualquier cosa que se desplace contra el fondo de estrellas fijas, como un planeta o un asteroide, se encontrará en distinto lugar en las dos fotos. Pasa una y otra vez de una imagen a la otra: dará la impresión de que el cuerpo móvil salta adelante y atrás. Así es como Clyde Tombaugh descubrió Plutón. También era una técnica habitual de reconocimiento fotográfico: ver lo que ha cambiado en el intervalo existente entre dos fotos sacadas por satélite. ¿Cuál es el problema? preguntó Owen, Ha llegado demasiado lejos en el intervalo. No tanto contestó ella. Conseguí las imágenes hace apenas unas semanas, Rick, ¡tuve que buscarla con mucho detenimiento, noche tras noche, debido a lo rápido que se mueve! Sigue una órbita hiperbólica. ¡Venga ya, no puede ser! Lo es. Disculpad interrumpió Jeanette. Ambos se volvieron y la miraron. Obviamente, se habían olvidado de que estaba allí. ¿Qué es una órbita hiperbólica? Una órbita rápida contestó Owen. Se mueve demasiado rápido para la gravedad solar. Los objetos en órbita hiperbólica pueden escapar del sistema. Ella frunció el ceño. ¿ Cómo puede algo moverse tan rápido? -Los planetas grandes pueden hacer que pase explicó Richard. Se meten en la órbita de algo… Tiene energía autónoma interrumpió Mary Alice Mouton. Venga ya. Sé que es una tontería, pero es la única explicación que se me ocurre. Rick, he seguido esa cosa durante semanas, y la mayor parte del camino ha ido frenando. Pero… Júpiter no puede hacer eso. No hay nada que pueda, No, por supuesto que… ¿Mary Alice? La simulación del ordenador encaja perfectamente si asumes que se trata de una nave espacial con energía propia- La voz de la doctora Mouton se había vuelto plana y seca, Y no hay nada más que lo haga. Había pasado una hora. Habían entrado dos astrónomos más que miraron las imágenes y se marcharon sacudiendo la cabeza. Uno de ellos había insistido en que, encontraran lo que encontraran a continuación, las primeras imágenes eran auténticas; las había sacado él. El otro ni siquiera admitió que viera algo. Owen llamó por teléfono a Arizona. ¿ Laura? Rick Owen. Tenemos algo raro. ¿Por alguna casualidad no sacaría alguno de los tuyos alguna foto apuntando al sur de Leo durante las últimas semanas? Leyó una serie de coordenadas y esperó unos minutos. ¡Bien! ¿ Las habéis visto ? ¿Podrías ir a verlas ahora ? Si, ahora. Sé que no es muy adecuado, pero créeme, es importante. No creerás en serio que se trata de una nave espacial con energía propia,¿verdad? preguntó Jeanette. Mary Alice la miró con la inquietud reflejada en sus ojos. He probado con todo lo demás, y no hay otra cosa que encaje con los daros. Y sí, ¡recuerdo los pulsares! Cosa que no significaba nada para Jeanette. Bebieron café mientras Owen hablaba. Al final, colgó el teléfono. Parecía asustado. Kitt Peak lo ha visto anunció. Un tipo llamado Tom Duff, un informático lo descubrió. No pueden creérselo. Está justo donde nosotros lo vimos. Mary Alice, puede que tengas problemas para llevarte el mérito del descubrimiento. A la mierda el merito , ¿que es? demandó la doctora Mouton. Rick, es grande, tiene energía autónoma y viene hacia aquí. En California serían las tres de la mañana. Linda oyó sonar el teléfono tres veces, y luego la voz somnolienta. ¿Si? ¿Jenny? Pero… Vale, hola, ¿pasa algo? Algo así, hermanita. Necesito hablar con tu marido. Deprisa. ¿Qué? Una pausa. De acuerdo. Y prepárale algo de café añadió Jenny. Lo va a necesitar. Luego oyó la voz ¿e recién levantado del comandante general Edmund Gillespie. ¿Jenny? ¿Qué pasa? Bueno…, es algo formal. Sí, señor. He hablado con mi coronel, y él está de acuerdo con la idea de llamarlo. Un momento, Jenny. Linda, ¿dónde está ese café? Ah. Gracias. Vale, dispara. Sí, señor. Mientras hablaba, trataba de imaginarse la escena. El general Gillespie sentado al borde de la cama, cada vez más despierto. Su pelo tendría probablemente e! aspecto que tendría si le explotara la cabeza. Linda paseando por la habitación, preguntándose qué demonios estaría pasando. Puede que Joel se hubiera despertado. Bueno, no hay nada que se pueda hacer para evitarlo. Un montón de gente no iba a poder dormir. Jenny, ¿estás en serio sugiriendo que eso es… una nave alienígena? ¿Hombrecillos de Marte y todas esas zarandajas? Señor, los dos sabemos que no puede haber gente en Marte. Ni en ningún otro sitio del Sistema Solar, Pero esto es un objeto grande, que se mueve a mayor velocidad que cualquier cosa que pudiera permanecer en el Sistema Solar, que lleva perdiendo velocidad desde hace semanas y que da la impresión de que viene hacia aquí. Eso son evidencias, confirmadas por tres observatorios diferentes. De pronto se echó a reír. Ed, tu eres astronauta. ¿Qué crees que es eso? Que me cuelguen si lo sé contestó Gillespie. ¿Algo ruso? No dijo Jeanette. Hubo un largo silencio a! otro lado. Lo sabes, ¿verdad? ¿Pero puedes estar tan segura de ello? Sí, señor. Estoy muy segura. No se trata de una nave soviética. Mi trabajo consiste en saber cosas así. He estado monitorizando el programa espacial soviético durante diez años y no pueden construir nada que se parezca a esto. Ni tampoco nosotros. Jean,.. Capitana, si esto es una broma vamos a meternos todos en un buen lío. Por amor de Dios, genera!, ¿cómo voy a bromear con algo como esto? demandó. Ya se lo he dicho: ¡he sacado de la cama a mi coronel! Procederá a través de la cadena de mando, pero ya sabe lo que va a ocurrir en un informe sobre ovnis. Creo que sé a quién llamar dijo Gillespie Simplemente, tengo problemas para acabar de creérmelo. Sí, señor contesto Jenny con dureza. Si, lo sé, tú también admitió Gillespie Pero entiendo lo que quieres decir. Si se trata de una nave alienígena tenemos que preparar algunas cosas. Jenny, ¿quién es tu oficial al mando? Coronel Robert Hartley, G2, Mando Estratégico del Ejercitó, Fort Bragg. Aquí tienes el número. Tweet Acerca de Interplanetaria Más post de Interplanetaria »
Ahriman on 27 septiembre, 2006 at 3:28 pm Los guionistas de Independence Day deben tener más de una deuda con esta novela (escrita en 1985) que, hoy en día, resulta un tanto anacrónica. Los norteamericanos y los soviéticos -especialmente los soviéticos- que describe son totalmente estereotipados, así como varios de los personajes principales, y el proyecto Arcángel y el tiempo en el que lo realizan es absurdo e increíble. La ineptitud de la traductora con algunos términos no ayuda tampoco mucho, convirtiendo al JPL (Jet Propulsion Laboratory) en LCR («Laboratorio de Cazas a Reacción») y alguna otra perla semejante. No estamos, pues, ante una de las mejores novelas de Niven y Pournelle y cualquier planteamiento hard es una ilusión, pero aun así es una lectura entretenida, incluso divertida, si la tomamos como lo que realmente es: una fantasía pulp sin mayores pretensiones que las de pasar el rato. Répondre
Vengador on 27 septiembre, 2006 at 6:02 pm convirtiendo al JPL (Jet Propulsion Laboratory) en LCR («Laboratorio de Cazas a Reacción») Madre del amor hermoso, no me lo puedo creer. Bueno, sí, me lo creo. Répondre
Pluto on 2 octubre, 2006 at 10:09 am Estoy leyendo Ruido de pasos. Niven y Pournelle en estado puro, no está mal para pasar la tarde de domingo. Es cierto que las similitudes con Indepence Day hacen pensar que la pilícula es una adaptación de la novela. Pero los verdaderos alienígenas de la obra no son los extraterrestres, sino los americanos: todos tan valientes, tan honestos, tan listos… Esos americanos, desde luego, no son los de este planeta. Répondre
I on 2 octubre, 2006 at 10:54 am Ya, la tropa del imperio no luce como antes sin superioridad aérea, naval y terrestre. Vamos, que la guardia se rinde pero no muere… ¡Cachis en la mar! Répondre
Vengador on 14 noviembre, 2006 at 10:05 am No es que sea una obra maestra, pero para los fanáticos de batallas especiales y obras del estilo de La tierra contra los platillos volantes, Los invasores de Marte, Batalla en el espacio exterior o hasta Independence Day nos vale. Además de con las batallas, me lo he pasado francamente bien cada vez que aparecían los soviéticos y su particular modo de ver las cosas. Nadie viene de tan lejos si no está buscando algo, murmuran mientras los americanos se muestran optimistas por un posible contacto alienígena, o su forma tranquila de hacerse los prisioneros sumisos mientras conspiran tranquilamente en ruso. ¡Qué personajes ha perdido la literatura desde la caída del muro! Niven y Pournelle vuelven a conseguir crear unos alienígenas convicentes y realmente extraños, aunque algo inocentes… y esos esfuerzos suyos por conocer a los humanos viendo películas porno y especulando sobre su religión… Répondre
jinete del salario p on 15 noviembre, 2006 at 11:19 am Admirado y temido Vengador, ¿dices que los alienígenas son algo inocentes? A mí me parecen todos muy inocentes en esta novela, desde el motorista borracho hasta el presidente tontorrón, incluyendo a los periodistas, los científicos, los soviéticos… Los únicos que destacan por su sensatez e imaginación son los escritores de SF: Heinlein está claro quien es, y Ransom supongo que es C.S.Lewis. Ellos son los únicos que se dan cuenta de lo que ocurre, el resto están siempre en Babia, incluyendo los alienígenas. La verdad, esta novela me parece más una parodia que otra cosa, lo que no quiere decir que sea mala, algunas grandes obras de la SF son paródicas, las de Fredric Brown, por ejemplo. Me hago una pregunta: ¿Es que la SF está condenada a dar vueltas sobre sí misma una y otra vez? Su último destello de originalidad creo que fue el ciberpunk ¿y después? Retomar los mismos temas, las mismas ideas, los mismos arquetipos. Un par de ejemplos, dos novelas recientes: Operación Proteo, de James P. Hogan – viajes en el tiempo Roma eterna, de Robert Silverberg – una ucronía Me parecen dos novelas correctas, entretenidas, he disfrutado leyéndolas, pero no tienen nada nuevo, son reelaboraciones de viejas ideas de la SF. Si el género está agotado no sería el primer caso en la historia de la literatura. Pienso por ejemplo en las novelas de caballerías o en el folletín romántico del siglo XIX. ¿Es la SF otro género agotado? Répondre