Una princesa de Marte

Transportado en extrañas circunstancias al planeta Marte, el capitán de caballería John Carter se encuentra con que éste es un lugar poblado de criaturas monstruosas, avanzadas civilizaciones y parajes tan exóticos como peligrosos. En este escenario, John Carter apenas encontrará descanso en sus aventuras trepidantes que le permitirán conocer mejor este mundo grandioso, llamado Barsoon por sus nativos, y tener contacto con sus sensuales princesas.

Edgar Rice Burroughs, creador de Tarzán, inició con Una princesa de Marte la que habría de convertirse en una de las sagas más célebres de la ciencia ficción, solo eclipsada por la gran popularidad alcanzada por el rey de la jungla

ANTICIPO:
Al entrar y saludar, Lorcuas Ptomel me indicó que avanzara, Y clavando sus inmensos y horribles ojos en mi, me habló de este modo:

Estás con nosotros desde hace unos días y no obstante, durante ese tiempo has ganado por tu valentía una alta posición entre nosotros, hagamos las cosas como es debido- No eres uno de nosotros y por ende no nos debes ninguna lealtad. Lo tuyo es una posición peculiar. Eres un prisionero y aun así das órdenes que deben ser obedecidas. Eres un extraño y aun así eres un caudillo Tharkiano. Eres un hombre menudo y aun así puedes matar a un poderoso guerrero de un puñetazo. Y ahora se nos informa que estás planeando escapar con una prisionera de otra raza. Una prisionera que, según dice, cree en parte que has regresado del valle Dor. Cualquiera de esas dos acusaciones, si son probadas, podrían ser suficientes para tu ejecución, pero somos personas justas y tendrás un juicio a nuestro regreso a Thark, si Tal Hajus así lo ordena. Pero continuó con un tono gutural y feroz – si te escapas con la muchacha roja, soy yo el que tendrá que rendirle cuentas a Tal Hajus. Soy yo el que tendrá que enfrentar a Tars Tarkas y demostrarle mi capacidad para el mando. Si no, las armas de mi cuerpo muerto pasarán a manos de un hombre mejor, esa es la costumbre de los Tharkianos. Nunca he peleado con Tars Tarkas. Juntos ejercemos el gobierno de la más grande de las comunidades menores de los hombres verdes. No vamos luchar entre nosotros mismos, y por lo tanto sería feliz, si estuvieras muerto, John Carter. Sin embargo, solamente bajo dos condiciones, te podemos matar sin las órdenes de Tal Hajus: combate personal, en defensa propia, si nos atacaras, o si llegaras a ser sorprendido en un intento de fuga. En honor a la justicia debo advertirte que solamente esperamos una de esas dos causas para deshacemos de tan enorme responsabilidad. Es importante que llevemos a salvo a Dejah Thoris ante Tal Hajus. Hace más de cien años que los Tharkianos no tienen una cautiva de tanta importancia. Ella es la nieta del más importante Jeddak de la raza roja, que es también nuestro más encarnizado enemigo. He dicho. La muchacha roja nos dijo que estamos desprovistos de los más sutiles sentimientos de humanidad, pero somos una raza justa y realista. Te puedes ir.

Volviéndome, abandoné el recinto de audiencias. ¡Entonces éste era el principio de la persecución de Sarkoja! Sabía que nadie más podía ser responsable de ese informe que había llegado a oídos de Lorcuas Ptomel con tanta rapidez. En ese momento recordé la parte de nuestra conversación en la que habíamos hablado sobre la fuga y mi origen.

Sarkoja era en ese momento la mujer más vieja y de mayor confianza de Tars Tarkas. Como tal, era un poder detrás del trono, ya que ningún guerrero gozaba de la confianza de Lorcuas Ptomel en la misma medida que su habilísimo lugarteniente Tars Tarkas. Sin embargo, en lugar de alejar de mi mente los pensamientos de una posible fuga, esa audiencia con Lorcuas Ptomel sólo sirvió para centrar todas mis facultades en tal asunto. Ahora, más que antes, la imperiosa necesidad de escapar, al menos en cuanto a Dejah Thoris se refería, estaba grabada en mí, ya que tenía la convicción de que le esperaba un destino horrible en los cuarteles de Tal Hajus. Como Sola había dicho, ese monstruo era la personificación máxima de todas las épocas de crueldad, ferocidad y brutalidad de las que descendía. Frío, astuto, calculador, también era, en marcado contraste con la mayoría de sus congéneres, esclavo de una pasión lujuriosa que las menguantes necesidades de procreación de su planeta moribundo casi habían apagado en el pecho de los marcianos.

La sola idea de que la divina Dejah Thoris pudiera caer en las garras de tan insondable atavismo, hizo que me empezara a correr una fría transpiración por el cuerpo. Sería mejor que guardáramos unas balas para nosotros, en última instancia, como lo hacían aquellas bravías mujeres de las fronteras de mi tierra querida, quienes se quitaban la vida antes de caer en manos de los salvajes pieles rojas.

Mientras vagaba por la plaza, perdido en mis sombríos pensamientos, se me acercó Tars Tarkas, camino del recinto de la audiencia. Su conducta hacia mí no había cambiado y me saludó como si no nos hubiéramos separado unos minutos antes.

¿Dónde están tus habitaciones, John Carter? – me preguntó. Todavía no lo he decidido – le contesté -. No sé si tomar mi propio cuarto o uno entre los guerreros. Estaba esperando una oportunidad para pedirte consejo. Como sabes – dije sonriendo – aún no estoy familiarizado con todas las costumbres de los Tharkianos.

Ven conmigo – me indicó, y juntos nos acercamos, cruzando la plaza, a un edificio. Me complací al verificar que era el lindero que ocupaban Sola y las personas a su cargo.

– Mis habitaciones están en el primer piso de este edificio – me dijo- y el segundo está también completamente ocupado por guerreros, pero el tercer piso y los de más arriba están vacíos – puedes elegir entre ellos. Entiendo que has dejado a tu mujer a la prisionera roja. Bien -, como has dicho, tus costumbres no son las nuestras, y peleas lo suficientemente bien como para hacer lo que te plazca. Por lo tanto, dar tu mujer a una cautiva es asunto tuyo; pero como caudillo que eres deberías tener algunas para que te sirvan. De acuerdo con nuestras costumbres puedes elegir una o todas las mujeres de las reservas de los caudillos cuyas armas ahora llevas.

Le agradecí y le aseguré que podría desenvolverme muy bien sin asistencia, salvo en lo tocante a la cocina. Entonces me prometió enviarme mujeres con este propósito y también para el cuidado de mis armas y la producción de mis municiones que, según dijo, podrían ser necesarias. Le sugerí que también podrían traer algunas de las sedas y pieles de cama, que me pertenecían como botín de mi combate, ya que las noches eran frías y no tenía ninguna de mi propiedad.

Me prometió hacerla y se marchó. Al quedar solo, subí por el sinuoso corredor hacia los pisos superiores en busca de cuartos convenientes. Las bellezas de los otros edificios se repetían en éste, y, como era común, pronto me perdí en una expedición de investigación y descubrimientos.

Por último elegí un cuarto en la parte de adelante del tercer piso, ya que así estaría más cerca de Dejah Thoris, cuyas habitaciones estaban en el segundo piso del edificio lindero, y porque se me ocurrió que podría idear algún medio de comunicación por el cual ella pudiera avisarme en caso de necesitar mis servicios o mi protección.

Al lado de mi dormitorio había baños, cuartos de vestir y salas de estar; en total había unas diez habitaciones en el piso. Las ventanas de las piezas traseras daban a un patio enorme que ocupaba el centro del cuadrado delimitado por los edificios que daban a las cuatro calles contiguas. Este patio había sido destinado a las casillas de los varios animales pertenecientes a los guerreros que ocupaban los edificios linderos.

Si bien el patio estaba completamente cubierto por la vegetación amarilla; semejante al musgo, que cubría casi toda la superficie de Marte, numerosas fuentes, estatuas, bancos y pérgolas testimoniaban aún la belleza que el patio debió de haber presentado en épocas pasadas, cuando pertenecía a aquella gente rubia y sonriente a quienes las inalterables y severas leyes cósmicas habían alejado no solamente de sus hogares, sino de todo lo que no fuera las leyendas de sus descendientes.

Mis pensamientos fueron interrumpidos por la llegada de varias mujeres jóvenes que llevaban cantidades de armas, sedas, pieles, joyas, utensilios de cocina y toneles de comida y bebida, además de gran parte del botín de la nave espacial. Todo esto, según parecía, había sido de propiedad de los dos caudillos que había matado, y ahora, según las costumbres de los Tharkianos, habían pasado a mi poder. Les ordené que colocaran las cosas en una de las habitaciones traseras y luego se fueron, pero para regresar con una segunda carga, que según me advirtieron, constituía el resto de mis bienes. En el segundo viaje vinieron acompañadas por otras diez o quince mujeres y jóvenes, quienes al parecer formaban las reservas de los dos caudillos.

No eran sus familias, ni sus esposas, ni sus sirvientes: la relación era tan peculiar y tan diferente de toda relación conocida por nosotros, que es muy difícil de describir. Todos los bienes, entre los marcianos verdes, eran de propiedad común de la colectividad, excepto las armas personales, los ornamentos y las sedas y pieles para dormir. Solamente sobre eso, uno puede reclamar derechos indiscutibles, y no se puede acumular más de lo requerido para las necesidades reales. El exceso se retenía simplemente en custodia y se le pasaba a los miembros más jóvenes de la comunidad de acuerdo con sus necesidades.

La mujer y los niños de la reserva de un hombre se pueden comparar, con una unidad militar de la cual se es responsable en varios sentidos, como por ejemplo en asuntos de instrucción, disciplina, sustento y exigencias de su permanente deambular y de sus interminables luchas con otras comunidades y con los marcianos rojos. Sus mujeres no son de ninguna forma sus esposas. Los marcianos verdes no usan una palabra correspondiente en significado a esa palabra humana. Su apareamiento es solamente una cuestión de interés comunitario y se organiza sin tener en cuenta la selección natural. El consejo de caudillos de cada comunidad controla el asunto con la misma precisión que el dueño de un stud de caballos de carrera de Kentucky dirige la crianza científica de su raza para el mejoramiento del conjunto.

En teoría puede sonar bien, como por lo general sucede con las teorías, pero los resultados de los años de esta práctica antinatural – adecuada a los intereses de la comunidad en la descendencia, que se consideran superiores a los de la madre- se evidencian en esas frías y crueles criaturas y en sus sombrías existencias, tristes y sin amor.

Es verdad que los marcianos son absolutamente virtuosos, ya sean hombres o mujeres, con la excepción de algunos degenerados como Tal Hajus, pero es muy preferible el más delicado equilibrio de las características humanas, aun a expensas de una leve y ocasional pérdida de la castidad.

Dándome cuenta de que debía asumir la responsabilidad de estas criaturas, lo quisiera o no, lo hice lo mejor que pude y les indiqué que buscaran cuartos en los pisos superiores, pero que me dejaran el tercero a mí. A una de las muchachas le encargué el trabajo de mi simple cocina e indiqué a las otras que se hicieran cargo de las demás actividades que antes constituían su ocupación. De allí en adelante las volví a ver poco y tampoco me preocupé por verlas.

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Interplanetaria

15 Opiniones

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    jc
    on

    Con sus naturales limitaciones, la verdad es que no recuerdo haber leido en la vida una novela de aventuras tan movida y variada. John Carter es la caña.

    Había por ahí unas ilustraciones de Frank Frazetta realmente espectaculares.

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    marianin
    on

    Burrohs y su "gran saga" de aventuras en Marte son fascismo en estado puro de la peor dimensión, no sé a quién puede gustar este héroe repulsivo, fascista y machista.

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    Ighor
    on

    Ya tenemos aquí a un políticamente correcto, cazador de "fascistas, machistas y otras hierbas".

    Satanás nos pille confesados.

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    Xavier
    on

    Bueno, tanto como fascista… Creo que exageras en tu punto de vista. Supongo que al igual que E.R.B., no leerás gran cosa de principios de siglo pasado en cuestiones fantástica porque…

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    Totti
    on

    A ver: el mejor amigo de John Carter es un hombre verde, se casa con una mujer roja, en uno de los libro le salva la vida un negro.

    Sí señor, todo un fascista y machista, pese a estar escrita en 1912…

    Solo te ha faltado acusarle también de ser del Atlético de Madrid.

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    carter
    on

    Por si a alguien le interesa, la siguiente entrega de "La liga de los caballeros extraordinarios", que aún no ha sido publicada en España (y no sé a que esperan) transcurre durante parte de la acción en el Marte de Burroughs.

    Ya hay ganas de ver a John Carter junto al hombre invisible, Hide y el capitán Nemo frente a los villanos que se le pongan por delante.

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    luke
    on

    ¿Añejo? Pero si es superdivertido, coñe. Otra cosa es que sus valores caballerescos hayan quedado desfasados. Pero eso es otra historia. En cuanto a las acusaciones raciales y fachosas… tronkos fue caballero sudista de finales del XIX. Buen rollitorrr

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    caesar
    on

    Pues que no me imagino al americano sureño medio de finales del siglo XIX como un adalid de la integración racial 🙂

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    Usoa
    on

    He oído hablar mucho de ese comic, pero no lo he leído. La verdad es que no soy seguidor de comics, pero de vez en cuando leo, cuando los amigos me recomiendan, como fue el caso de watchmen.

    ¿De verdad merece la pena la liga de los caballeros?

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    oscar
    on

    Sí, sin duda.

    podría extenderme enumerando sus virtudes y sorpresas, pero prefiero limitarme a recomendarlo encarecidamente y dejar que cada uno las descubra por sí mismo, que es la mejor forma de saborearlo.

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    Hipkiss
    on

    Fabuloso de verdad!

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    QUATERMAIN
    on

    La pena es que el libro lo hayan ido a publicar unos ladrones…

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    Martin
    on

    Parece que aún no es más que un proyecto, pero hay rumores de que Una princesa de Marte será llevada a la pantalla grande. Si se confirma supongo que la veríamos dentro de un par de años, así que a esperar y especular: ¿quién es el director más apropiado para dirigir esta ensalada de acción, adrenalina y testosterona? ¿Qué actriz debe interpretar a la divina princesa? ¿Y al mega-macho John Carter?

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    Gol
    on

    Había bastantes noticias por ahí, pero estos son proyectos que duran décadas, que se paran, que se barajan mil nombres… cuando empiecen a rodar me lo creeré.

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    Joaquim
    on

    Estos proyectos son los asuntos de palacios: van despacio 🙂

    Catherine Zeta-Jones estaría bien, for example

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