Robin Hood y los cuarenta ladrones

Los fancines han sido, desde siempre, una parte muy importante de la ciencia-ficción. Han acompañado al género desde sus comienzos y, si alguien lo duda, sólo tiene que revisar los escritos de Lovecraft, autor cuya obra fue publicada, en vida suya, en fancines americanos. Los fancines han hecho posible que montones de escritores hicieran sus primeras armas con la narrativa, y lo mismo puede decirse de muchos críticos, y de más de un editor y director de colección.

Estas publicaciones además, en España, fueron la puerta a través de la cual los aficionados podían acceder a relatos de autores que por una u otra razón no llegaban a este mercado. Y también han sido un baluarte de corrientes minoritarias dentro del fantástico; entendido minoritario como aquello que cuenta con un pequeño grupo de seguidores, en comparación con el caudal total de aficionados.

Por otra parte, han sido a menudo el vehículo para el ego inflado de determinados personajes. Y no pocos se han lanzado a algo que en realidad es piratería pura y dura. Porque es algo muy distinto el publicar a un autor desconocido –hasta se le da difusión y no pocos editores leían fancines- y hacerlo con uno bien conocido y en la cresta de la ola.

Además, en los últimos años asistimos a un fenómeno risible: algunos faneditores se ponen nerviosos ante ese nombre y exigen que se trate a su invento de “revistas no-profesionales”. Parece que a algunos les da vergüenza el nombre de fancín. Pero si uno quiere hablar de revista, tiene que constituir sociedad, pagar impuestos y seguridad social, derechos… Si no se es a-legal, se es ilegal; un pirata que además de robar a los autores hace competencia desleal a los editores.

Es deplorable tanta fatuidad y uno echa de menos aquellos fancines que tenían una razón de existir, y que no era jugar a los editores. Uno echa de menos a los fancines que trataban de ofrecer al lector escritores desconocidos, tendencias distintas, y aquellos que publicaban autores aún verdes, pero que prometían madurar. Eso, en español, se llama cuidar la cantera y no tiene nada de malo sino todo lo contrario. Lástima que ya casi hayan desaparecido esos fancines; suerte que no del todo.

El mundo de la fanedición fue, es y será una especie de isla Tortuga de la ciencia-ficción y aquel que se atreva a recorrer sus calles descubrirá, asombrado, cómo los altruistas y aquellos dispuestos a hacer algo distinto, se codean con piratas vergonzantes y mediocres con ínfulas, así como con algún que otro iluminado.

Ojalá que los primeros no desaparezcan nunca, porque entonces sí que la fanedición se convertirá en un guetto en el mejor de los casos, y en una verdadera cueva de ladrones en el peor. No habría ya lugar para que la gente diera sus primeros pasos, o donde otras formas de entender la literatura pudieran expresarse. Y, ese día, el mundo de la ciencia-ficción se haría de repente mucho más pequeño.

38 pensamientos sobre “Robin Hood y los cuarenta ladrones”

  1. A que no sólo condena con dureza el comportamiento reprobable de algunos, sino que además los señala claramente.

    Va a traer miga esto.

  2. Me parece que los verdaderos piratas no estan entre los fanzinerosos, sino más bien entre algunos de los editores recien llegados al género que actuan como si la única forma de ganar dinero con la ciencoia ficción es ganándolo solo ellos y no pagando a autores ni colaboradores.

  3. Supongo que todo lo que se dice ahí es cierto. ¿Pero cómo distinguir a los fancines honrados de los demás? Desde fuera uno sólo ve un producto.

  4. Completamente de acuerdo con el planteamiento. De hecho, si no se tuerce la cosa, el unpróximo número de una revista de cf del fandom pienso/escribo prácticamente algo similar, con ciertos matices.

  5. Ante todo me gustaría dejar claro que no leo fancines desde mi época escolar, de eso hace mucho, y reivindicábamos escribir en otro idioma que no fuera el castellano, que no tiene nada de malo pero uno no tiene porqué renunciar a escribir en su propio idioma. Éramos malos, pero eso no importaba. Pero éramos adolescentes publicando un fancín.

    Leyendo este artículo de opinión me he acordado de aquellos tiempos, y he recordado el cariño amateur que poníamos en cada página y cómo llevábamos a la fotocopiadora aquellas páginas, y las veces que se nos estropeó la grapadora. Pero no había más pretensión que escribir lo que queríamos.

    Pero ser una revista, pues como que no. A mí me recuerda mucho a aquello de la puta con pretensiones, encima de no pagar un chavo se reivindica aquello de revista. Recordemos a Lope de Vega y su "no se avergüenza el vino de las moscas que cría".

  6. Hay algo que no entiendo. Si los fanzines son un producto amateur, o sea, de gente que todavía le falta para publicar profesionalmente, ¿cómo puede hablarse de "ego inflado" en el artículo?

  7. Hubo y hay grandes fancines, cierto. Pero sí es verdad que todos los que somos fandomitas conocemos a unos cuantos listos que han publicado cuentos de famosos por la cara. Creo que es de eso de lo que se hablaba en el artículo.

  8. ME refería al género fantástico. Pero no hay ninguna, así que todos son fanzines, más o mens ambiciosos, pero fanznes al fin y al cabo.

  9. Quiyo, desde que me casé y tengo dos pitufos vamos a donde dicen ellos y se ven los programas de televisión que dicen ellos. La vida del padre es muy sufrida 🙂

  10. Te acompaño en el sentimiento. Pero para que te hagas idea, hay algunos faneditores (no todos) que son igual de pesados, gorrones e insistentes que los hijos… solo que encima no son de tu sangre.

  11. Existe una diferencia más, teníamos muy claro que íbamos a tener hijo cuando nos casamos. Fue una elección voluntaria. Ellos no se invitaron 🙂

  12. ¿No existen revistas de género en España? Hace poco vi por ahí algunas, Gigamesh, Solaris y Galaxia. Creía que pagaban, es una sorpresa, y me cuesta creer que la gente colabore de forma sistemática por la patilla. Bueno, cambio mi opinión y las catalogaré de ahora en adelante como fanzines bien editados. Anyway, tengo la impresión de que esta situación que comenta el artículo de Mr. Arsenal es fruto de ciertas ínfulas, y, supongo, el faneditor se pondrá en situación de superioridad (es el que publica) y nadie puede exigir algo si no suelta la pasta.

  13. Esas tres revistas que comentas, hasta donde es de suponer, están editadas por empresas legalmente constituidas que cootizan tanto a hacienda como a la seguridad social. Otra cosa es que paguen todas las colaboraciones. Creo que las tres pagan al menos parte de las colaboraciones. Hay mucha prensa local que paga a parte de los colaboradores y otras se hacen gratis, por una u otra razón.

    En cuanto a los fancines, son hechos por aficionados, a mucha honra. Siendo como son, prensa aficionada, no pagan ni impuestos ni nada, y somos muchos los que hemos colaborado en fanzines que nos sentimos orgullosos de ello. Supongo que Arsenal, que en sus tiempos colaboró también en fanzines, le da rabia ver como algunos listos sacan los pies del tiesto y por un lado piden disculpas como fancineros y por otro lado van llenándose la boca que parecen Lara o Polanco. A mi desde luego sí me da rabia, yo fanzinero a mucha honra.

  14. Tienes razón, pepe. Pero yo diría que esto es consecuencia de esta misma gente que tan bien se denuncia en la columna.

    Esos fanzines -perdón, revista no profesional- tan dados a la endogamia han hecho un gran daño al fantástico a costa de establecer como normal el que uno de estos productos prosperen a costa del trabajo gratuito de otros.

    La situación es tan grave que por desgracio incluso escritores destacados del fantástico español, con novelas y premios en sus curricula, están ya acostumbrados a publicar regularmente en los mismos fanzines sin cobrar por sus relatos.

  15. Supongo que los pedirán. Presumo que un fancín es honrado, y hoy en día en que Internet ha derribado las fronteras y acortado las distancias…

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