Telas de araña

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Eh, chico ¿Alguna vez has observado una tela de araña, escrutando cada pequeño hilo? Hay un mundo ahí. Un mundo que se parece mucho al nuestro. Y si no, qué se lo pregunten a John “El araña.”

“El araña” era un tipo duro, ¿recuerdas? Te podría partir las piernas sólo por el hecho de mirarle a los ojos. Se crió en los barrios más bajos de la peor ciudad que puedes imaginar, así que no le costó mucho entrar en la banda de Tony. Eran otro tiempos, entonces había que ser duro de verdad.

“El araña” pronto subió de escalafón en la familia. No tenía escrúpulos; igual se encargaba de repartir la mandanga que de matar a un poli . Simplemente, y como se dice por ahí, cuando Tony le decía “Salta”, el sólo preguntaba “¿Cómo de alto?”

Así que ahí estaba el gran tipo, uno duro de verdad. Nadie jodía con él. Nadie. Y mira ahora. Ahora está enterrado en el parque Sur. Los perros se cagan en él. ¿Quieres saber cómo pasó todo? Si, claro que quieres. Todos quieren, pero chico, tú vas a ser el único que sepa toda la historia. Espero que estés preparado.

Una noche de lluvia cualquiera, una de esas que se parecen a la anterior y a la siguiente, Tony tenía un asunto para nuestro héroe, algo fácil: “Una de nuestras chicas de la calle 64 llevaba 4 días de retraso en el pago; ve por el dinero y encárgate de que no vuelva a ocurrir, pero procura no matarle.” Así que nada, “El araña” monta en su coche y va a la esquina donde trabaja la chica. Aparca en frente y la observa. La chica es normal, vulgar. “Una de tantas”, piensa. Morena, metro setenta… pero tiene algo especial, si… esos ojos… una mirada que se confunde con la lluvia…

“Hora de trabajar”, murmura mientras sale del coche en dirección hacia ella. Mira hacia los lados por si viene alguien, pero ¿qué imbécil estaría en ese barrio a esas horas, y lloviendo? De modo que saca la navaja. A estas alturas, la chica sabe bien quién es y qué quiere, así que se pone a correr. Pero “El araña” es mucho más rápido y en dos zancadas ya la tiene agarrada del cuello. Ahora es cuando empieza el juego.

“¿Dónde ibas con tanta prisa, eh?” dice él, casi escupiendo las palabras. Ella no contesta, sólo le mira a los ojos. Esos ojos de lluvia. “Pero, ¿en qué mierda estoy pensando?” De pronto, surge la chispa de una duda en “El araña”, bajo aquellos ojos de lluvia su alma se está empezando a empapar de extraños sentimientos. “¿Y si fuese ella?”

Y entonces pasó. Nuestro tipo se ahogó en aquella noche de lluvia. Sin darse cuenta le costaba respirar, con cada bocanada entraba más sangre el sus pulmones, asfixiándole. Cuando quiso darse cuenta de lo que pasaba ya era tarde, la chica le había cortado el cuello con un bello movimiento, el más bello que había visto nunca .Y ahora ya no podía ver nada más que el turbio fondo de aquellos ojos de lluvia, mientras intentaba torpemente taponar la aorta con sus manos…

Bueno, chico, ahora ya sabes la historia, ¿estás contento? Ya te dije que el mundo es como una tela de araña, donde hasta las propias arañas pueden quedar enredadas.

Interplanetaria

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